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Época de cambio, anhelo y miedo

Por el 14/08/2020

Carmen de la Asunción Cortés Padilla, psicoterapeuta Corporal Core Energetics

Cuando comenzamos el viaje a la tierra tuvimos una gran transformación, nuestro primer desapego y el cambio más grande de ser energía en la más alta frecuencia vibratoria, de ser luz a materializarnos en un cuerpo. La transformación es tan violenta que en ella olvidamos de dónde venimos y el propósito del para qué de nuestra elección.

Somos energía y para contextualizar la primicia les recuerdo que la energía tiene diferentes frecuencias. A mayor vibración, la energía viaja a la velocidad de la Luz y a menor frecuencia la energía viaja más lento, por lo tanto se materializa. Nuestro cuerpo entonces es energía lenta y densa que permite que estemos en este mundo de la forma individual que cada uno experimentamos, además de la energía de alta vibración que nos mantiene conectados a la energía Universal.

Como en el camino de materializarnos hay una separación abrupta de la unidad para individualizarnos en un cuerpo entonces es en ese momento donde se genera un miedo a perderlo todo, al entrar a la 3era dimensión tenemos la necesidad por inercia o sobre vivencia a apegarnos a lo que creemos que somos y a lo que creemos es nuestro, porque no estamos dispuestos a volver a sentirnos perdidos y desolados.

Esa separación que mencioné es tan profunda y dolorosa que la borramos a nivel consciente pero queda grabada en la memoria de nuestras células por lo que de manera inconsciente para no volver a vivir ese instante de separación o pérdida con profundo dolor y miedo,  tendemos a apegarnos al nuevo cuerpo que es lo que reconocemos como propio y representa nuestro ser, intentamos no soltar, tratando de controlar y nos esforzamos por mantenernos identificados a este rol humano desde la verdad de nuestro pensamiento formando nuestras creencias, esto cabe mencionar es muy limitado y lineal.

El permitir que la vida suceda tiene que ver con la confianza más que con la voluntad, pero cómo confiar si tenemos la sensación de haber sido arrojados desnudos en un cuerpo a un mundo donde venimos a sufrir y a ganarnos el perdón  por ser indignos, por no haber podido permanecer en la Unidad, lo único que nos queda es la voluntad para intentar ser buenos, perfectos y entonces recuperar nuestro lugar o bien ser malos y exigir, arrebatar el lugar de donde nos echaron.

El control usa la voluntad para obtener resultados y el ser no tiene que ver con el resultado obtenido sino con el nivel de compasión con el que asumimos nuestra humanidad, nuestra energía densa, la responsabilidad de nuestra necesidad de separación e individualidad de la unidad, de la divinidad,  nuestra sombra, nuestras pasiones, reconocerlas, darle un espacio, permitir sentirlas y escucharlas, de reconocer el dolor de la pérdida y el anhelo de regresar a ella y entonces si viene el cambio viene la transmutación y la liberación de la energía atrapada para que regrese a su más alta vibración y nos acerque a nuestra propia divinidad.

Desde esta madurez, la voluntad es entonces puesta al servicio de romper la inercia de tratarnos como seres arrojados del paraíso sino más bien como seres que necesitamos experimentar la separación como oportunidad de transmutación de lo denso a través de la humildad para reconocernos como seres fraccionados por miedo y así experimentar de forma humana el amor incondicional aún en la imperfección para perfilarnos de regreso a la luz.

El tema es la autoresponsabilidad asumida de que todo lo que me sucede tiene que ver con la energía que yo genero y la vibración de ésta atrae justo lo que vibra en la misma frecuencia.

Entonces si ya lo entiendo, ¿por qué sigo repitiendo una y otra vez, síntomas físicos, sufrimiento, relaciones que lastiman, violencia, miedo y un mundo caótico y deshumanizado?

Yo tengo una teoría:

Yo creo que cada ser humano sentimos vergüenza por la separación de la divinidad, es cómo si asumiéramos nuestra indignidad y aunque nos contemos que somos humanos, dignos y evolucionado, los reyes de la creación, en más una postura arrogante que esconde el terror de creer que si somos seres divinos, nos convencemos de serlo y nos atrevamos a regresar a la Gran Energía Divina y no somos recibidos, sería lo más aterrador y doloroso, sería la pérdida del propósito de nuestra existencia, significaría ser los no muertos o los no vivos,  así que es mejor complicarnos la existencia, sufrir, no comportarnos como seres divinos para ser nosotros los que no lleguemos, es mejor que esté en nuestras manos antes de comprobar que en verdad somos lo que en el fondo creemos que somos, Los arrojados del paraíso terrenal.

Fingimos ser perfectos, buenos, implacables, intolerantes, o enojados violentos y despreciativos; hacemos bandos, los buenos y los malos.

Los buenos somos los que amamos, perdonamos, somos moralistas, tenemos la razón y eso justifica nuestra violencia, ponemos la otra mejilla, no nos permitimos sentir ira, odio, desprecio, los que tenemos miedo de nuestra energía densa y la negamos o bien la justificamos por un bien común, por miedo a no recibir el amor y el cobijo de la sociedad. El precio es vivir con miedo, sin poder, desarraigados y proyectando en los otros, en los malos nuestra parte escondida.

Los malos somos los que tenemos miedo a ser vulnerables a sentir el amor y tenemos miedo a ser abusados, traicionados y violentados por lo que nos permitimos ser duros, odiar, ser los que violentan, los que abusan y traicionan. El precio que pagamos es la creencia de estar solos y sin confianza, de endurecer el corazón y necesitar a los otros para ejercer nuestra fuerza y sentir nuestro poder, para mantener encarcelada nuestra sensibilidad y vulnerabilidad.

Ambos bandos nos necesitamos porque solo nos estamos usando para vivir divididos y no asumirnos completos que eso sería la posibilidad única de transmutar el miedo, la vergüenza y la posibilidad de un cambio real que nos acerque al fin último, el regreso a casa…. La luz

En la actualidad estamos viviendo una época de cambios donde no hay manera de no reconocerlo, donde se respira miedo, y con el miedo hay juicios, donde algunos toman la postura de observadores pero el cambio es como ondas en el agua cuando se arroja una piedra, las ondas cada vez van siendo más grandes hasta que alcanzan también a los que no querían tener nada que ver con ella y te moja los pies, te involucra y ya estás siendo parte.

Hay quienes quisieran que otros lo resuelvan pero sus pies ya están mojados, hay otros que están tan apegados al bando de los buenos que sólo quieren mandar buenas vibras, los entusiastas que niegan los horrores y solo alaban los aciertos, los que están en la razón para no involucrar sus emociones, los que están aterrados, los asustados, los que se lloran y no reconocen la luz y los que están tan enojados que sólo quieren acabar y matar al miedo mismo si fuera necesario. También están los despiertos, los que están presentes e integrados.

El momento actual es un momento único donde la invitación es a despertar, a tomar consciencia y entonces el llamado es a la auto responsabilidad.

Como ya había mencionado en otro artículo ‘’Tomar consciencia nos ayuda a tener responsabilidad y esta nos empodera.’’ La inconsciencia no nos quita responsabilidad pero si poder. Los acontecimientos de violencia que estamos viviendo hacen que los buenos tengamos miedos de ser violentados y los malos tengamos miedo de ser vulnerables y convertirnos en las víctimas de los que antes lo fueron.

Entonces si tuviera que dar un diagnóstico del mundo diría que el síntoma es el miedo para asumirnos completos, si, a asumirnos completos, porque los que nos nombramos los buenos, escondemos nuestras pasiones, nuestra violencia, nuestro odio porque estamos tan apegados e identificados al rol de bueno que no reconocemos nuestra crueldad, nuestra arrogancia, nuestra propia miseria y fingimos ser perfectos o estar en la lucha para serlo, nos auto maltratamos por fallar, nos exigimos resultados, somos tan duros con nosotros mismos cuando nos mostramos discapacitados, imperfectos, somos auto victimarios, controlamos pero siempre disfrazados con la bandera del amor.

Los malos escondemos nuestro miedo a la vida por haber sido lastimados, abusados y abandonados que no escondemos matando nuestra fragilidad, nuestra compasión, nuestra humanidad porque no creemos en la bondad de los buenos porque hemos experimentado esa falta de verdad en los que se creen buenos al esconder su odio, su victimario, su abusador, su capacidad de castigar hasta matar a lo que le asusta,  a lo que le confronta, a lo diferente y si por casualidad bajamos la guardia en su bondad justificada por su justicia nos matarían, nos violentarían y nos volverían a abandonar y a despreciar.

Entonces como ambos bandos están llenos de miedo, cómo nos acercaríamos, cómo nos perdonaríamos, cómo confiaríamos unos en los otros?

Cómo surgirá el cambio que queremos, que imploramos, que gritamos y que exigimos?

La respuesta desde mi perspectiva seguramente limitada aunque intentos ser lo más abierta que puedo ofrecer es, primero el reconocimiento del bando al que me he unido y después la exploración del otro bando dentro de mi. La reconciliación con mis ambos bandos, la integración de ambos en mí la responsabilidad de mi actuar desde mi sombra y el sufrimiento causado por mi negación por proyectarme en el otro por no quererme desde esa perspectiva, por intentar ser perfecto y negar mi densidad o mi luz por miedo a mi integración. Mi posibilidad de reconciliación hará posible la compasión y reconciliación con el otro.

Es así como el cambio puede suceder hacia la transformación y la transmutación hacia la vida hacia la gratitud. El cambio es el compromiso con la toma de consciencia de mi totalidad con mi luz y mi sombra con mi ser inferior y mi ser superior, con la vergüenza de ser  humano y mi energía densa y mi energía de luz, permitir sentir el dolor causado por la separación, por la soledad, tocar el miedo del vacío, del desprendimiento, de ser indigno, dar cabida a la rabia por las pérdidas y los altos precios, permitir el fuego, abrazarme con amor en todo mi ser y alcanzar la gratitud por el milagro de la vida, asumir que una y otra vez fallaré, me dividiré, me perderé, me quedaré atrapado en la máscara del bueno o del malo pero una y otra vez tendré la posibilidad de reconocerlo y tratarme con compasión y podré una y otra vez, infinito número de veces, reparar el daño y volver a intentarlo, entender que no se espera que no falle sino al contrario que falle, que me de cuenta más pronto y que mi reacción sea compasiva y sólo así podremos experimentar el cambio que tanto queremos porque será real, nos volveremos seres confiables y que pueden confiar, compasivos y ofrecer compasión y tolerantes para con nosotros y para con el otro, sólo así dejaremos de necesita la existencia del otro bando para que se haga cargo de la parte mía que no quiero responsabilizarme.

Atrevámonos a integrar nuestros bandos en la Unidad, eso es el regreso a casa, Ser completos, ser el todo para poder permitir la nada porque al final no existen los buenos y los malos solo personas asustadas que un día nos fraccionamos por dolor.

Te invito a que te des un momento en silencio, ponte de pie, párate descalzo/a abre los pies al ancho de tus hombros, flexiona un poco tus rodillas para permitir el flujo de l energía, tu pelvis hacia adelante suelta tus manos tu barbilla casi pegada al pecho, suelta tu mandíbula y cierra los ojos. Comienza a inhalar y luego exhala y sólo date cuenta hasta dónde llega tu respiración, solo date cuenta y ahora lleva tu atención consciente hasta tus pies y ve pasando un escáner desde tus pies hasta tu cabeza y nota de que parte del cuerpo tienes mas conciencia y cual parte está casi deshabitada y no sientes o no llega tu respiración. Ahora de las 5 emociones básicas Amor, Enojo, Miedo, Tristeza y Alegría nota si ubicas en qué parte de tu cuerpo habita cada una y si hay alguna emoción que casi no te es familiar o tal vez haya una que se ha convertido en tu fiel compañera, sólo reconócelas y ubícalas en tu cuerpo.

Ahora con esta información ve si puedes ir más profundo y ve con que personaje te identificas más por ejemplo, el mas positivo, el que ama, el q nunca se nota, el que no se enoja, el deprimido o el que vive enojado, el bueno como el pan, el insensible, etc. y dónde o cómo haz escondido la contraparte o el anti personaje de esa emoción.

Es sólo un intento de auto exploración para poder experimentar la integración de todas tus partes y veas si te es coherente vivir el cambio desde esta propuesta. Cuando hayas terminado te invito a escribirlo para que tengas oportunidad de ir intimando cada vez mas profundo con tu proceso de darte cuenta.

Disfruta tu viaje y tus conclusiones

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