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La carne roja podría aumentar el riesgo de sufrir insuficiencia renal

Por el 19/07/2016
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El pasado otoño saltaron todas las alarmas cuando un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió que la carne roja ‘podría’ causar cáncer colorrectal, así como tumores en el páncreas y la próstata. Sin embargo, es posible que los perjuicios asociados a la ingesta de este tipo de carne no acaben ahí. Y es que según un estudio llevado a cabo por investigadores de la Escuela de Salud Pública de la Universidad Nacional de Singapur, la carne roja también parece provocar insuficiencia renal.

Según explica Woon-Puay Koh, director de esta investigación publicada en la revista «Journal of the American Society of Nephrology», el objetivo de este trabajo era ver qué consejos podían ofrecer a los pacientes con enfermedad renal crónica o a la población general preocupada por la salud de sus riñones en función de su dieta. Y según los resultados, las personas pueden mantener su ingesta habitual de proteínas, pero deben considerar cambiarse a las proteínas de origen vegetal. Y si eligen comer carne, deben tener en cuenta que el pescado, el marisco y las aves de corral son mejores alternativas que la carne roja.

Cada vez hay una mayor incidencia de enfermedad renal crónica, una patología que en muchos casos progresa hasta la denominada ‘enfermedad renal terminal’, en la que los riñones ya no funcionan y el paciente acaba requiriendo diálisis o un trasplante de riñón.

Influencia de la carne roja

En este contexto, numerosos estudios han constatado la existencia de una relación entre la ingesta de proteínas y la progresión de enfermedad renal crónica a enfermedad renal terminal. Tal es así que se recomienda que los pacientes que han desarrollado la enfermedad limiten su ingesta de proteínas. Pero, ¿las proteínas y el tipo de proteína también provocan un deterioro de la función renal en las personas ‘sanas’?

Para responder a esta pregunta, los autores analizaron los hábitos alimenticios y los historiales médicos de 63.257 adultos de China y Singapur. Concretamente, los participantes adquirían sus proteínas a través de la ingesta de aves de corral, pescado, marisco, huevos, productos lácteos, soja y legumbres. Y asimismo, de carne roja.

Los resultados, alcanzados tras 15 años de seguimiento, mostraron que el consumo de carne roja se asociaba con un riesgo mucho mayor de enfermedad renal terminal, así como que esta relación era ‘dosis-dependiente’, es decir, a mayor ingesta de carne roja, mayor riesgo de padecer la patología.

Comparadas frente al grupo de participantes con menor consumo de carne roja, las personas cuyas dietas incluían las mayores cantidades de este tipo de carne tuvieron un riesgo hasta un 40% mayor de padecer enfermedad renal terminal.

Sin embargo, no se observó ninguna asociación entre el consumo de aves de corral, pescado, marisco, huevos o productos lácteos con la enfermedad renal terminal. Es más; la ingesta de soja y legumbres parece tener un efecto protector, aun mínimo, frente al desarrollo de esta patología.

En el estudio, la sustitución de una ración de carne roja por otras fuentes de proteínas se asoció con una disminución del riesgo de enfermedad renal terminal de hasta un 62%.

 

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