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El suicidio necesita más respaldo de la sociedad y de los poderes públicos, al igual que la COVID-19

Por el 14/09/2020
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La COVID-19 lleva más de 800.000 muertes, el mismo número de personas que se suicidan cada año en el mundo. Además, en estos momentos hay 27 millones de personas infectadas por COVID-19 y las cifras de intentos de suicidio están más o menos sobre los 20 millones en el mundo al año. La sociedad y los poderes públicos han de considerar estos datos para centrar los esfuerzos no solo en el coronavirus, sino también en este y otros problemas de salud.

Estas afirmaciones han sido realizadas por el Dr. Enrique Baca, psiquiatra y jefe de Servicio del Hospital Fundación Jiménez Díaz de Madrid en el contexto de un webinar Suicidio: Un problema médico y social que ha tenido lugar durante el XXVIII Curso Nacional de Actualización en Psiquiatría que se está celebrando estos días.

El webinar ha coincidido con la celebración del Día Mundial para la Prevención del Suicidio, que está promovido por la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio y cuenta con la colaboración de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

En este contexto, el Dr. Baca ha aprovechado su intervención «para poner de relieve el problema social que supone el suicidio» y demandar a la sociedad y a los poderes públicos que «tomen conciencia y que pongan esta situación en la agenda política y social que se merece, como se hace con otros problemas como la actual pandemia de COVID-19».

Así, el especialista ha equiparado ambas problemáticas para que el suicidio tenga el «respaldo necesario porque genera también mucho sufrimiento». «El suicidio fundamentalmente afecta a las personas jóvenes y es una de las primeras causas de muerte entre los menores de 25 años a nivel mundial, siendo esta la tercera causa de muerte. Las personas con COVID-19 u otras patologías son víctimas de un fallecimiento terrorífico y las personas que se suicidan habitualmente son silenciadas por sus propios familiares que sufren en silencio», ha explicado.

En esta línea, el experto ha señalado que «las personas que hayan perdido a alguien por COVID-19 tiene un trauma y sufrimiento importante, pero van a tener mucho apoyo y comprensión por los demás. Sin embargo, cuando se pierde a un familiar por suicidio es culpa del que se ha quitado la vida o de su entorno porque no se dieron cuenta. Es una situación vergonzante que se perpetua durante mucho tiempo».

«El foco tiene que estar ahí. La sociedad tiene que entender que es una enfermedad que causa también mucho sufrimiento real y que se puede prevenir. Sabemos que el suicidio es una verdad incómoda pero deberíamos de reflexionar sobre este sufrimiento que arroja unas cifras de gran magnitud», ha subrayado el Dr. Baca, quién ha puesto sobre la mesa que «los Estados Miembros de la Organización Mundial de la Salud se comprometieron a trabajar para alcanzar la meta mundial de reducir las tasas nacionales de suicidios en un 10% para 2020 y no se ha conseguido». 

«Se está trabajando en programas de detección y tratamiento de enfermedades mentales, el control de las adicciones e intervenciones en jóvenes, etc. Pero los datos se mantienen estables y se necesitan cambiar las estrategias actuales para mejorar la prevención y bajar estas tristes cifras», ha aseverado.

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