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Expertos destacan el comportamiento “ejemplar” de las personas con problemas de salud mental durante el confinamiento

Por el 10/06/2020
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En las primeras semanas tras el confinamiento de la población española en virtud del decreto de Estado de Alarma por la pandemia del coronavirus, no fue extraño ver noticias que se referían a personas que habían sido detenidas tras saltarse reiteradamente la prohibición de salir y que aludían a sus problemas de salud mental como si éstos fuesen una explicación a ese comportamiento.

“La experiencia real es que la mayoría de las personas que se han saltado el confinamiento han sido personas de población general, por lo que habría que replantearse la imagen que tienen en la sociedad y los medios de comunicación las personas que padecen algún problema de salud mental”, afirma Cora Caamaño Serna, coordinadora de la Residencia San Miguel de Madrid, centro perteneciente a la Línea de Rehabilitación Psicosocial (LRHP) de Hermanas Hospitalarias e integrado dentro de la Red Pública de Atención Social a personas con Trastorno mental grave de la Consejería de Política Social, Familia, Igualdad y Natalidad de la Comunidad de Madrid.

La Línea de Rehabilitación Psicosocial (LRHP) atiende en Madrid y Extremadura a más de 300 usuarios en recursos residenciales (Miniresidencias, Pisos Supervisados y Pensiones Supervisadas). Desde el decreto del Estado de Alarma estos recursos apenas han contabilizado contagiados por la COVID19, lo que en palabras de Caamaño se explica en parte por el comportamiento “ejemplar” de los usuarios.

“Hay que destacar la capacidad de adaptación, de sacrifico, de tolerancia a la incertidumbre de los usuarios. También su confianza en el equipo y en lo que les pedimos, así como su paciencia. Claro que no todos lo han llevado igual, como ocurre entra la población general. Para algunos ha sido más difícil, pero la mayoría han respondido muy bien y de hecho gracias a eso ha sido posible que no haya habido ningún contagio”, afirma la experta, que destaca que de esta etapa dura han sacado “cosas positivas”, ya que dentro de los recursos residenciales han descubierto “muchas facetas” de los usuarios que desconocían.

Para Cora Caamaño, las personas con problemas de salud mental de los recursos residenciales de la LRHP son “un ejemplo de paciencia, de comprensión de la situación e incluso de empatía”: “La gente no se imagina la cantidad de veces que les he escuchado animarnos a los profesionales y agradecernos nuestro trabajo”, añade.

Reinventar los recursos de un día para otro

Explica la coordinadora de la Residencia San Miguel que al hecho de no haber tenido contagios ha contribuido también el hecho de las unidades residenciales “sean pequeñas y no masificadas” y que algunas de las personas con problemas de salud mental que atienden tengan “pocas relaciones sociales”, algo que, de “forma paradójica” podría haberles protegido. No obstante, reconoce que de un día para otro los centros han tenido que “reinventarse como recurso y adaptar muchísimas cosas del día a día”, algo que ha sido “muy duro” tanto para los profesionales como para los usuarios.

Además de todas las medidas relacionadas con la movilidad y la evitación de aglomeraciones (se procedió a la suspensión de todo tipo de actividades grupales, se prohibió la entrada de personal ajeno al centro cuyo acceso en el mismo no fuera imprescindible por razones laborales, de mantenimiento o suministros; y las salidas y actividades de los usuarios restringiéndose, además, los movimientos internos de pacientes o rotaciones de personal con objeto de reducir los riesgos); en los recursos residenciales de la LRHP se han tomado otras múltiples medidas orientadas por los protocolos desarrollados por las administraciones públicas para evitar los contagios y que los usuarios tuvieran sus necesidades cubiertas, entre otras: turnos dobles de comida, limpieza con lejía de todas las superficies mínimo dos veces por turno, seguimiento de la temperatura y de otros síntomas de todos los usuarios de forma diaria; asunción de las gestiones en el exterior de los residentes, supervisión de lavado de manos y corte de uñas, intensificación de los apoyos en higiene general, acompañamientos a distintas cuestiones básicas, etc.

Todo esto ha supuesto un esfuerzo extra, tanto a nivel físico como psicológico, por parte de los trabajadores y colaboradores de los recursos residenciales de los que Caamaño se muestra “muy orgullosa”. La coordinadora reconoce que han tenido momentos de un trabajo “desbordante y muy intenso”, pese a lo cual todos los empleados han respondido “con toda la energía, incansables, sin fallar ni un solo día y con el mejor ánimo del mundo a pesar de que algunos de ellos estuvieran atravesando situaciones personales muy duras”.

 

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