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La brecha digital y la desigualdad de género crecen con el COVID-19

Por el 06/04/2020
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La situación de pobreza que ya soportan las personas en riesgo de exclusión, en especial  las mujeres, se acentúa con el COVID19. “Algunas participantes en los programas de empleo no tienen ordenador, tampoco internet, y solo están conectadas con el teléfono móvil. Y esto, que puede parecer banal, les hace que no tengan acceso a las ayudas de los servicios sociales porque solo se pueden solicitar telemáticamente”, señala Beatriz Manzaneque, técnica de empleo en Acción contra el Hambre. “Muchas de ellas no saben si podrán pagar el piso, el agua, la luz y si llegarán a comprar los alimentos que necesitan”, dice Manzaneque.

En este mismo sentido, Lorena Hernández, responsable de los programas de empleo en Acción contra el Hambre, explica que “hay personas en situación de emergencia que necesitan una respuesta rápida, atención inmediata y directa”. Hernández añade que “estamos observando que tanto servicios sociales como organismos públicos no están adaptados para una atención telemática”.

Acción contra el Hambre está reforzando sus programas de empleo. “Ahora nuestro trabajo principal está en mantener una escucha activa, conocer qué necesidades tienen, cómo podemos acompañarlos y, en un segundo plano, seguir trabajando las competencias digitales y su proceso de empleo”, señala Manzaneque.

Empleos informales feminizados, los más perjudicados

Durante la crisis como la pandemia del COVID-19, las mujeres hacen aportes fundamentales como líderes y personal de respuesta en primera línea. “Están liderando el trabajo de cuidados, se encargan de la limpieza de hospitales, auxiliaries, de enfermería, enfermeras, médicas, farmacéuticas, dependientas de supermercados, etc. Somos además las principales cuidadoras de la infancia y de las personas mayores. Y somos las que mayoritariamente atendemos la intendencia de la casa y sus múltiples tareas”, declara Hernández.

En el otro lado de la moneda, los trabajos precarios e informales, que está encabezados por mujeres, son los más perjudicados. “El subempleo ha desaparecido. Las mujeres que trabajaban en este tipo de empleos ya no pueden contar con ellos y, por tanto, con su remuneración”, explica la técnica de los programas de empleo de Acción contra el Hambre, Diana Seseña.
Desigualdad de género por el COVID19

 “Se ha comenzado a llamar a estas mujeres que cuidan de los mayores y de sus hijos e hijas mujeres sándwich. Son ellas las que están al cuidado de la familia y las que buscan la paz en la casa, aunque signifique que ellas tengan que renunciar al ordenador, televisión o cualquier dispositivo tecnológico para evitar las discusiones”, explica Seseña.  A todo esto se suma la carga que tienen las mujeres en las tareas domésticas: “en la mayoría de los casos, la mujer es quien suele dedicar más tiempo a los trabajos de la casa y esto significa que dejan a un lado, por ejemplo, su formación o la búsqueda de empleo”. En este sentido, la última Encuesta de Empleo del Tiempo de España señalaba que las mujeres dedican de media diaria 4 horas y 32 minutos al hogar y la familia. Los hombres 2 horas y 29 minutos. Seseña se pregunta: “En época de confinamiento ¿cómo se reparte el uso del tiempo?”.

“No nos podemos olvidar de la violencia machista que sigue presente. La situación excepcional de confinamiento aumenta la vulnerabilidad de las mujeres que sufren violencia de género, además de verse obligadas a convivir veinticuatro horas con su maltratrador, se ven sometidas al desgaste de la convivencia continuada que degenera en malos tratos”, declara Seseña.  El Ministerio de Igualdad ha informado que las llamadas al 016, teléfono para las víctimas de violencia de género, han aumentado un 18% durante el estado de alarma.

Mayores consecuencias económicas y sociales

El equipo técnico de Acción contra el Hambre ha constatado que “mujeres participantes de nuestros programas de empleo que habían decidido volver a formarse,  se han visto privadas de esta posibilidad al no disponer de dispositivos electrónicos o  al tener que dedicar todo el tiempo a los cuidados de la familia”.  Si está situación se alarga, “las mujeres estarían todavía más expuestas a caer en exclusión”, manifiesta Hernández.

Las mujeres serán uno de los colectivos que sufrirá las mayores consecuencias económicas y sociales de esta crisis sanitaria, con implicaciones significativas para su salud en sentido amplio. “Los efectos de esta crisis requieren de un abordaje integral, interseccional y con perspectiva de género.  Es esencial que en estos momentos en los que las mujeres son especialmente vulnerables, no se queden atrás”, añade Hernández.

 

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