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Las personas enfermas aportan conocimientos a través de los ensayos clínicos

Por el 20/11/2017
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Sin la investigación no existe progreso en ninguna ciencia, y la médica no es la excepción. He ahí la razón que justifica la necesidad de que los medicamentos sean medidos y valorados antes de que salgan a la luz. En la sexta edición del Foro de Transformación Sanitaria, organizada por Deusto Business School Health (DBSH), habló Georgina Sposetti, CEO y fundadora de Un ensayo para Mí, primer buscador de ensayos clínicos para pacientes en Latinoamérica, para defender el papel crucial que juegan hoy en día los ensayos clínicos en el campo de la investigación. La especialista subraya que “la enfermedad se puede convertir en una oportunidad. En ocasiones, una persona es diagnosticada con una enfermedad rara para la que no encuentra tratamiento. Aun así, es posible que exista un tratamiento experimental en fase de ensayo. Y para que ambas partes se conecten, hace falta información”.

A la hora de definir todo el proceso, Georgina Sposetti, asegura que” cuando una persona recibe el diagnóstico de una enfermedad crónica está abocada a hacer un duelo y, como en todos los duelos, pasa por la primera fase del mismo: la negación. La primera tentación es decir: “como no me duele nada, yo no estoy enfermo”. Esta convicción se deriva en una inversión de tiempo y dinero, en una suerte de shopping de médicos hasta dar con aquel que maneje un discurso que le convenza a uno”.

“Llega un momento”, prosigue la experta, “en que una se da cuenta que no puede aceptar esa negación y llega entonces el enojo. Con Dios, con el universo, con mi familia, con el médico. Hay que ayudar al paciente a superar esta fase y entonces llega la negociación. Asumes la enfermedad y uno empieza a negociarlo con Dios y con el médico. Llegan las promesas ‘Si me curo de tal haré cual” A veces los pacientes acuden al médico a negociar.

“Tras el shock inicial aparecen la angustia, la tristeza, porque entiende que, pase lo que pase, se va a llegar a la siguiente etapa, la aceptación. Lo único que pueden hacer médico y familia es ayudarle. La etapa de adaptación es muy variable. En ocasiones basta con incorporar una medicación o cambiar un hábito de vida. Otras son más difíciles: hay que acostumbrarse a convivir con un dolor.  O peor aún, con una discapacidad”.

“Todo este camino   está descrito en la literatura médica”, asegura Sposetti. “Pero hay una última etapa. Es la etapa de la oportunidad, la etapa de convertir, eso negativo que nos está pasando, aunque sea en pequeñas dosis, en algo positivo. Es la etapa de la acción, la etapa de generar una oportunidad para uno y para otros. Tal vez suene difícil y raro. Hay cientos, miles de manera de generar una oportunidad”.

La especialista se sumerge ahora en su experiencia personal. “Soy investigadora clínica que trabaja en estudios de investigación farmacológica donde se desarrollan nuevos medicamentos. Quizás esos nuevos medicamentos pude salir al mercado y tratar una enfermedad nueva. O una vieja. Desde que un medicamento se transforma en una droga y una molécula aparece en un laboratorio hasta que llega a la farmacia transcurren 10 años. El 100% de la población se ha medicado alguna vez y surge la pregunta: ¿Qué pasa? ¿Cómo sabe el médico qué dosis tiene que darme o cuales son los efectos adversos? A través de los ensayos clínicos y de los estudios de investigación”.

Es un largo proceso. “Hace falta una década. Primero la molécula aparece en el laboratorio pero después hay que probarla. Se prueba primero en animales. Es la fase cero, que puede durar años de investigación sobre la toxicidad y la dosis necesaria. Después aparece la fase uno: ya se sabe que es segura pero hay que investigar si es segura para el ser humano. Entonces aparecen personas –no pacientes, personas sanas– voluntarias que se incorporan en estos ensayos clínicos para ver y tener ese primer contacto de la nueva droga con el ser humano. Esa fase dura uno, dos, tres años en los países altamente desarrollados y en unidades de cuidados intensivos donde, minuto a minuto, hay un control muy estricto del paciente. Después aparecen la fase dos y la fase tres donde participan cientos de pacientes, miles en la tercera”.

Para los ensayos clínicos hay criterios de inclusión y exclusión muy estrictos. ¿Por qué?, se pregunta la ponente en DBSH. “En los criterios de inclusión comprueban que todos los pacientes que están en el mundo se incluyan de la misma manera y hay miles de pacientes que quieren participar en los ensayos clínicos. Es un trabajo arduo.  Esta es una forma de generar una oportunidad. Participar en un ensayo clínico no garantiza que esa medicación nos va a curar o nos va a hacer bien. Solo es una esperanza y la oportunidad de hacer que, si eso funciona, miles o millones de pacientes en el mundo y en un futuro puedan tener una nueva medicación para esa misma enfermedad”.

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