Información sobre la salud y noticias de salud


Los alumnos de la primera promoción de Medicina de Bilbao recopilan sus anécdotas, vivencias y recuerdos

Por el 27/07/2020
libro-primera-promocion-medicina

Los alumnos de la primera promoción de Medicina de Bilbao de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) recopilan en una obra sus recuerdos, anécdotas y vivencias. Aquellos estudiantes, hoy ya profesionales de la Medicina, que se matricularon en 1968 en una Facultad creada de la noche a la mañana, marcada por la dictadura franquista y rodeada de grandes cambios sociales, se han reunido 55 años después para describir, con la visión y el estilo propio de cada uno, momentos políticos señalados, recuerdos hilarantes, y su propio papel en el origen de varias innovaciones médicas que hoy son de uso común.

El libro, titulado La primera generación. Estudiantes que inauguraron la Facultad de Medicina de Bilbao en 1968, cuenta con 426 páginas y está disponible tanto en formato físico como en digital. La versión eBook puede descargarse en este enlace.

En DocNews hemos tenido la oportunidad de conversar con Carmen Garaizar, editora y coautora de la obra, acerca de los pormenores y el contenido de la publicación.

DocNews (DN).: La Facultad nació en un periodo convulso ¿cómo lo vivieron esos y esas estudiantes que daban sus primeros pasos? 

Carmen Garaizar (CG).: Casi todos los coautores y autoras coinciden en la decepción que supuso constatar un comienzo tan improvisado. No se trataba solo de las instalaciones -algunas, por cierto, persisten hasta hoy con el mismo aspecto y para las mismas funciones, como se señala en varios capítulos-, sino también de un plan de estudios y un profesorado ajenos a la Medicina. En contrapartida, todos tenemos el recuerdo del derroche de buenas intenciones e ingenuidad por parte del profesorado inicial y del entusiasmo juvenil, las ilusiones que asomaban bajo el lúcido espíritu crítico de un alumnado que se estrenaba.

Por otra parte, la dictadura se dejaba sentir con todo su peso. Los relatos reflejan con claridad el recuerdo de un movimiento estudiantil muy activo, que coexistía en las aulas con otras ideologías y formas de entender la vida. Queda patente la diversidad de sentimientos que aquello ocasionó. Lo sorprendente es que el paso del tiempo nos haya desnudado de mucha hojarasca y, aunque los tallos sigan siendo de colores múltiples, nos veamos ahora como ramas de un mismo tronco.

DN: Con ese contexto ¿qué ambiente se respiraba en los pasillos?

CG.: Para algunos, pertenecer a la primera promoción era irrelevante y solo fuente de improvisaciones y poca calidad docente. Para otros, todo lo contrario. La mayoría vieron en los profesores, exceptuando a los autoritarios propios de la época, personas con enorme interés en ofrecer lo mejor de su capacidad para convertirnos en médicos excelentes. Otros vieron el hartazgo de muchos de ellos ante las protestas estudiantiles y ante la indefinición de sus propias carreras académicas en una Facultad aún sin estructura. Todos recordamos, sin embargo, cómo algunos combinaban la intransigencia en público, con el apoyo total, aunque discreto a los alumnos caídos políticamente en desgracia, para que sacaran el curso adelante.

DN.: ¿Qué consejo les daría a aquellos estudiantes que van a inaugurar Medicina en Deusto?

CG.: Que tengan paciencia y no pierdan la ilusión. Lo importante del paso por la Facultad no son solo los estudios, sino también su desarrollo intelectual y personal. Se harán médicos de verdad más adelante, junto a los pacientes en los hospitales y centros de salud, en los despachos donde se planifica la promoción de la salud y en los de investigación. La Facultad es solo el comienzo.

DN.: ¿Y de cara al futuro?

CG.: Lo que aprendimos en la Facultad tuvo poco que ver con lo que desarrollamos luego en nuestras carreras profesionales. Ahora, los tiempos están cambiando una vez más, y de forma más rápida que durante los cincuenta años precedentes. No se puede seguir haciendo «más de lo mismo». La genómica, la medicina regenerativa, el trabajo en red, las nuevas tecnologías, los macrodatos y la inteligencia artificial terminarán transformando la relación médico-paciente, el sistema sanitario, la economía y la política. Toca transformarse, abrirse a otras formas de actuar y de adquirir conocimiento.

DN.: Como comenta, la Medicina evoluciona con mucha rapidez ¿qué aspectos de aquella primera Facultad consideran más valiosos? ¿Hay alguno que celebra que haya desaparecido?

CG.: El recuerdo más valioso y que aparece con mayor frecuencia es la enorme emoción con la que, al pasar al segundo año de carrera y ser trasladados a los pabellones prefabricados de Basurto, abordamos el estudio de la anatomía humana, ¡con cadáveres de verdad! Por fin nos veíamos camino de convertirnos en médicos. Ello no evita que, como lo expresa muy bien uno de los autores, sean prácticas a extinguir gracias a las nuevas tecnologías, y de lo cual me alegro.

Por contra, en varios capítulos se expresa la preocupación de que el contacto humano entre médico y paciente se pierda, escudado, precisamente, por esas nuevas tecnologías. Aun así, no cabe duda de que la buena utilización de las mismas será, para la salud humana, una herramienta tan importante como la empatía del médico.

Algo que celebro enormemente que haya desaparecido es la noción del saber médico ajeno a la ciencia, envuelto en un aire doctoral, misterioso, bajo palabras crípticas como «en mi experiencia…», tan frecuentes en nuestros comienzos. Ahora sabemos que la mejor arma de la Medicina es el conocimiento y su única fuente la ciencia.

DN.: La obra recoge algunas anécdotas sorprendentes ¿cuál destacaría?

CG.: ¿Cómo elegir? El guardia civil atropellado durante la dictadura, en un control de carreteras con metralleta, por un médico jovencito que lo visitaría luego en el hospital forjando una amistad. El estudiante que vivía de su trabajo como auxiliar en un psiquiátrico. El que hacía una doble carrera, la de Medicina y la de cantante profesional en salas de fiestas, el que dejó temporalmente la carrera para convertirse en fresador en la siderurgia de Bolueta…

DN.: Además, colaboraron en algunos avances médicos hoy generalizados ¿podría comentar alguno?

CG.: Fueron avances clínicos, gestores y estructurales llevados a cabo por nuestro sistema sanitario contando con muchas personas, y de los que nos sentimos orgullosos de haber formado parte. Podría mencionar la implantación general del «Test combinado del primer trimestre del embarazo», la transformación asistencial del Hospital de Gorliz, la implantación del sistema de calidad como parte integrante de la sanidad vasca, la creación de los «Institutos de Investigación Sanitaria» y, sobre todo, la transformación de la asistencia psiquiátrica y la que supuso, a tantos niveles, el primer Plan de Salud de Bizkaia.

DN.: Respecto al proyecto en sí ¿cómo surgió la idea de este proyecto?

CG.: A raíz de la conmemoración del 50 aniversario de la creación de la Facultad, en 2018, un pequeño grupo de antiguos alumnos constituido por Ana Zurimendi, Luis Larrea, Roberto Lertxundi e Isabel Izarzugaza, se encargó de organizar, para unos días más tarde, una comida en el Hotel Ercilla rastreando todo tipo de contactos antiguos. Además, crearon un grupo de WhatsApp, que ha servido para mantener y ampliar aquellos contactos. Hicieron un trabajo ímprobo.

Con esos antecedentes, este verano se me ocurrió pensar, en mitad de una noche sin sueño, que dentro de otros cincuenta años alguien escribiría la historia del centro, pero desde el punto de vista institucional, quizá añadiendo testimonios hasta ahora desconocidos de las autoridades políticas o académicas que intervinieron. Pero nadie sabría nada de nosotros, los alumnos, cómo lo vivimos, cómo conseguimos salir adelante. Y entonces se me ocurrió: ¿y si lo contáramos? Cada cual su propia historia.

DN.: ¿Cómo acogieron aquellos antiguos compañeros y compañeras la idea?

CG.: Pues con cierta sorpresa y una sonrisa. «¿Estás de broma?», me dijeron varios. Algunos ya estaban rememorando viejas batallas incluso antes de empezar. Concreté un plan y lo difundí. Lo curioso es que a todos les pasó lo que a mí: lo vieron factible. Mi único temor era que, a la hora de ponerse a escribir, no se animaran los suficientes. Pero no, se unieron cuarenta y cinco, casi la mitad de los antiguos alumnos con los que pudimos contactar; una proporción que dio pie a reflejar variedad de trayectorias profesionales, puntos de vista y estilos narrativos.

DN.: Una vez reunidos todos los relatos ¿han coincidido en algún punto que les haya sorprendido?

CG.: Queríamos ofrecer una imagen diversa y pienso que se ha conseguido. Hemos creado un mosaico del que emerge algo lleno de vitalidad, además del retrato de una época, vista bajo diferentes prismas. Hay puntos en los que hemos coincidido más de lo que esperábamos: la provisionalidad de los comienzos, sobre todo. Lo mismo que la alusión a «los grises» y la certificación del cambio: casi todos mencionan el contraste de aquellos tiempos con la forma actual de ejercer la Medicina.

You must be logged in to post a comment Login

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.

ACEPTAR
Aviso de cookies