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Los médicos y el diagnóstico

Por el 28/08/2019

MARIANA GUZMÁN | Pedagoga con Máster en Programación Neurolingüística y Coaching

Me recuerdo de pie, en medio de un largo y frío pasillo de hospital, llegando del aeropuerto a toda prisa con mi mochila a la espalda y mi hija de 6 años tomada de mi mano. Repentinamente se nos acerca un médico moreno, un poco más bajo que yo, con gafas negras y peinado de lado con gomina, su bata blanca abrochada a partir del segundo botón y con voz suave me preguntó ¿es usted la hija del Dr. Guzmán que vive en el extranjero? Le dije si…y me respondió “Que bueno que ha venido, ya que a su padre le quedan unos 5 o 6 días de vida y así usted tendrá la oportunidad de despedirse de él.” No puedo recordar mucho después de escuchar la noticia……tampoco me interesa tocar el punto más allá de lo que en éste artículo conviene como ejemplo.

Los médicos, como en muchas otras profesiones, son portadores de buenas y no tan buenas noticias. Su opinión y palabra es, en general, digna de nuestra confianza. Son los depositarios de muchas de nuestras confidencias y confesiones, ya que suelen conocer lo más íntimo de cada persona. Un médico que salva, ayuda al nacimiento, cura, acompaña en la muerte o la genera por error es recordado, así que considero importante destacar la forma en cómo se comunican con los pacientes, ya que con Programación Neurolingüística pueden obtener herramientas que les ayuden a Inducir, Calibrar y Empatizar con ellos para un mejor entendimiento.

1.-Inducir.-Antes de hablar con el paciente o familiares, es importante conocer quiénes son (por lo menos su nombre y apellido), edad, a qué se dedican, qué asunto vamos a tratar, qué es lo más importante a transmitirles o qué información necesito obtener.

Descubrir dentro de su lenguaje verbal y no verbal la forma de acercarme para conectar. Es lo que llamamos “romper el hielo” y es una etapa de introducción a temas, que no siempre son fáciles de abordar.

Conectar con la mirada demostrando una escucha activa e interés real por la persona. Evitar a toda costa dar por hecho atributos o situaciones que pueden ser o no verdaderas, por ejemplo suponer que la mujer que va con el paciente es su esposa, o su madre o su familiar. Dar por hecho que el paciente tiene una vida sexual y que además, es de determinada forma, deducir que trabaja según lo indicado por su profesión, afirmar que los hijos que tiene son naturales, cuando pueden no serlo, suponer que si es casado vive con su cónyuge, y que si es divorciado no vive con una nueva pareja o alguien más, que los hijos son de un mismo matrimonio, etc.

2.-Calibrar.-Es reconocer en qué estado emocional detecto que se encuentran ellos y en el que estoy yo para que poco a poco vayamos conduciéndonos hacia uno que favorezca la comunicación del asunto a tratar. Cuando estamos viviendo una emoción tan fuerte como el miedo, la ira, la tristeza, el rechazo o negación e incluso la alegría no podemos exigir al cerebro que emita fácilmente juicios y razonamientos confiables. El médico tendrá que descubrir la estrategia para abordar el asunto sin rehuir de la comunicación, si es necesario, puede hacerlo más tarde o apoyado con otro compañero, dando un espacio, comunicándolo nuevamente por escrito, etc. Es importante atender las señales fisiológicas que delatan a las emociones de la otra persona, desde un tic en la cara o cuerpo hasta un tartamudeo o enrojecimiento de la piel, sudor, comezón, palidez, posición del cuerpo, etc.

3.-Empatizar.-Es complicado empatizar fácilmente cuando se trabaja con tantas personas, emociones, dolor y con tanta prisa. Quizá ayudará considerar que cada una de ellas son, antes que nuestros pacientes, SERES HUMANOS.

Pensar que no siempre el médico lo ha sido, ya que alguna vez fue o es también paciente y esto puede despertar la necesidad de “ponernos en la piel del otro”, actuar, cuidar, hablar y ser tratados de la misma forma en como quisiéramos ser tratados. La empatía es el resultado y va de la mano con las dos primeras fases.

El médico de aquel hospital que he relatado al principio me informó una verdad, pero su cara, su voz aún resuenan en mi cabeza después de 6 años, quizá por mis emociones encontradas, o por las 13 horas de vuelo, tal vez por no haber dormido desde que supe la urgencia de emprender inmediatamente mi viaje, o por la necesidad de que mi hija no escuchara en ese momento lo que estaba sucediendo… Un diagnóstico es lo que es, una realidad, sólo que la forma de comunicar esa realidad es el toque magistral que puede hacer la gran diferencia.

Si quieres saber más acerca de cómo aprender a construir herramientas y resignificar tu vida contáctame.

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