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Los síntomas de los miomas uterinos mejoran un 90% con la embolización

Por el 26/05/2022
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Los miomas uterinos representan hasta un 20% de los tumores benignos en mujeres fértiles y pueden llegar a afectar hasta un 70% de la población femenina. Se trata de tumores no cancerosos que se pueden desarrollar en diferentes zonas del útero a partir del crecimiento anómalo de células que normalmente se encuentran en este órgano. Hoy en día estos miomas uterinos son la causa más frecuente de indicación quirúrgica por patología benigna en la especialidad de Ginecología y Obstetricia. Sin embargo, como afirma el doctor Carlos Lanciego, miembro de la Sociedad Española de Radiología Vascular e Intervencionista (SERVEI) y jefe de la Unidad de Radiología Intervencionista del Hospital Universitario de Toledo, con un ratio de incidencia tan alta muchos de ellos se quedan sin diagnosticar “sí no dan síntomas severos y, por tanto, la paciente no consulta a un profesional de la salud”.

Los síntomas, precisamente, son los que marcan la necesidad o no de tratamiento. “Sólo aquellos que den síntomas importantes que alteren la vida diaria de las mujeres que los sufren deben tratarse”, subraya el doctor Lanciego, que destaca principalmente dos síntomas habituales derivados de los miomas uterinos. Por un lado, las reglas muy abundantes y dolorosas (hipermenorrea y dismenorrea) que pueden conducir a la anemia a las pacientes y hacerlas sentir cansadas todo el día. Por otro, las dificultades al orinar y defecar por problemas de volumen del mioma que no permiten al resto de órganos vecinos como la vejiga y el recto cumplir adecuadamente su función. El 25% de las mujeres en edad fértil con miomas sufren algunos de estos síntomas, siendo la máxima incidencia en la quinta década de vida, entre los 40 y los 50 años.

Embolización, un tratamiento eficiente y con menos riesgos que la histerectomía

La histerectomía o extirpación por cirugía del útero ha sido tradicionalmente el tratamiento de referencia para los miomas uterinos. El problema, para el doctor Carlos Lanciego, es que se trata de “una cirugía considerada mayor, con sus posibles complicaciones inherentes al quirófano y la anestesia general, y que requiere de varios días de hospitalización, de una convalecencia larga y de un retorno muy lento a la actividad diaria normal”.

En la actualidad existen alternativas a la cirugía “con demostrada seguridad y eficacia” en el tratamiento de los miomas uterinos. Una de esas alternativas es la embolización de las arterias uterinas, un tratamiento que llevan a cabo los radiólogos vasculares e intervencionistas de forma mínimamente invasiva, con anestesia local o epidural (no es necesaria la anestesia general), mediante una punción en la ingle o en la muñeca. “Guiado por un equipo sofisticado de rayos X, un radiólogo intervencionista navega con un catéter por el sistema arterial hasta las arterias uterinas. Una vez en el interior de ellas, se procede a su oclusión mediante unas partículas de muy pequeño tamaño, llamadas microesferas. El cierre de las arterias afectadas provoca una disminución importante del riego de sangre del mioma, disminuyendo el tamaño de éste y respetando el resto del útero sano y de los ovarios”, describe el portavoz de la SERVEI.

Además de mantener la integridad de útero y ovarios, las pacientes reciben el alta hospitalaria tras apenas 24 o 48 horas de vigilancia en el hospital, dependiendo de si tienen puesto todavía el catéter epidural o no. “Hay centros hospitalarios en los que sí se ha usado sólo analgesia intravenosa se prefiere dar de alta al paciente al día siguiente”, añade el doctor Lanciego.

Según el experto, la mejoría de los síntomas comienza a la semana del procedimiento, y el máximo de mejoría se logra aproximadamente a los 3-6 meses tras la embolización. “La mejoría clínica en las pacientes tratadas con embolización se consigue en el 85%-90% de los casos y se mantiene así por un periodo de entre cinco a diez años. Todo ello conlleva una mejoría clara en la calidad de vida a las mujeres tratadas mediante esta técnica, que han reportado un nivel de satisfacción de nueve sobre diez según los más recientes estudios europeos y americanos”, explica el doctor, que recuerda que en el caso de volver a aparecer síntomas por un nuevo mioma o porque los tratados inicialmente vuelven a crecer, lo que puede ocurrir en un 10% de los casos, el procedimiento se puede volver a repetir sin problema.

Radiología Vascular e Intervencionista (RVI).

La RVI es la subespecialidad de la Radiología dedicada al tratamiento de múltiples patologías mediante procedimientos mínimamente invasivos y guiados por técnicas de imagen. Son tratamientos menos agresivos y con menor morbimortalidad que la cirugía convencional, permitiendo a los pacientes una rápida recuperación con una menor estancia hospitalaria. Incluye tratamientos sobre patología vascular, no vascular, y tratamientos oncológicos. Su papel es de especial importancia en muchas situaciones de urgencia donde otras especialidades no tienen posibilidades de tratamiento.

La RVI ahorra costes y juega un papel fundamental en la medicina moderna. Es una especialidad en rápido crecimiento y constante desarrollo con vocación multidisciplinar y con una constante interrelación con otras especialidades.

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