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Quemar kilos, pero sin llegar a perder la cabeza

Por el 18/05/2015
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El verano está a la vuelta de la esquina y muchos se apresuran ya para reducir de forma rápida esos kilos de más que hemos ganado durante el invierno. La obsesión por conseguir el cuerpo perfecto suele ser tan grande que se minusvaloran las consecuencias de seguir una dieta restrictiva inadecuada para el organismo y no se tienen en cuenta las consecuencias que esto tiene para la salud mental.

Privar al cuerpo de alimento causa episodios depresivos y aumenta la tristeza, el desanimo, la irritabilidad y los ataques de ira-agresividad, al tiempo que incrementa la ansiedad e incluso hace perder el interés en las relaciones sociales y sexuales. La restricción de comida afecta a todos los ámbitos de la persona y la hace más vulnerable a sufrir un Trastorno de la Conducta Alimentaria como anorexia nerviosa, bulimia nerviosa o ingesta compulsiva.

Sonia Durán, psicóloga especialista en Trastornos de la Conducta Alimentaria, colegiada del Colegio Oficial de Psicología  de Bizkaia explica que las dietas suelen fracasar porque no se elige adecuamente el tipo de dieta que necesita cada individuo.

En este sentido, subraya que “el numero de kilos que se necesita bajar para alcanzar un peso saludable, y el modo para conseguirlo, siempre debe estar marcado por un profesional sanitario que cuide nuestra salud en el proceso de adelgazamiento.  Y sobre todo el tiempo en el que el objetivo se va a conseguir, fijar un tiempo demasiado corto suele ser el principal error cuando se planifica una dieta”.

“Normalmente se recurre a dietas de bajada de peso rápido por lo que se hacen cambios muy estrictos en los hábitos alimentarios de la persona, con nula conciencia de los riesgos que eso supone para la salud. Las dietas restrictivas producen una serie de cambios físicos y psicológicos que interfieren en el buen funcionamiento mental y corporal como irritabilidad, cansancio, tristeza, apatía, dolores de cabeza y alteraciones en el sueño. Además, el mantenimiento de dietas restrictivas estrictas en cantidad y variedad de alimentos aumenta el riesgo de sufrir episodios de atracones donde la persona come descontroladamente cantidades superiores a las que necesita. Esto supone  saltarse la dieta con mucha facilidad después de las dos primeras semanas o el primer mes como mucho”, subraya.

En este sentido, indica que “la fuerza de voluntad nos proporciona la capacidad para hacer un esfuerzo a la hora de conseguir algo difícil para nosotros, pero no es ilimitada y termina por fallar, por agotamiento,  después de resistir tentaciones constantemente”. “Por eso el autocontrol emocional sí puede proporcionarnos unos cambios de hábitos duraderos y a aprender a comer desde una emoción que nos permita manejarnos con éxito con la comida. Por ejemplo, aprender a manejar el aburrimiento incrementando nuestra satisfacción de vida y no comer desde el aburrimiento o aprender a manejar la ansiedad y no comer desde la ansiedad. Con un buen manejo emocional los hábitos saludables se  interiorizan y se hacen rutina y seguirlos no requiere de esfuerzo”, concluye.

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