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Un estudio desmonta la “paradoja del tabaquismo” en el infarto de miocardio

Por el 26/10/2015
tabaquismo

¿Tienen mejor pronóstico los pacientes fumadores después de un infarto agudo de miocardio (IAM)? La respuesta es “no”, tal y como ha demostrado un estudio español presentando en el Congreso de las Enfermedades Cardiovasculares SEC 2015, que se está celebrando estos días en Bilbao. Unos resultados que desmontan la denominada “paradoja del tabaquismo”, que apareció después de que algunas investigaciones apuntasen a una menor tasa de mortalidad en pacientes fumadores con IAM, respecto a aquellos sin hábito tabáquico.

Según explica el Dr. José Ramón González-Juanatey, presidente de la Sociedad Española de Cardiología (SEC) y firmante de este trabajo, realizado íntegramente por el Servicio de Cardiología del Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela, “se había especulado con el mejor pronóstico de estos pacientes fumadores, que podría deberse a que eran más jóvenes y a que presentaban factores de riesgo menores y por tanto podían recibir tratamientos más agresivos, pero estos datos dependen en gran medida del análisis de los datos, ya que se habían realizado análisis multivariante”.

Para comprobar si había diferencias en los resultados dependiendo del tipo de análisis de datos, el equipo de Santiago de Compostela realizó, por un lado, un estudio retrospectivo a partir de una cohorte de 4.420 pacientes con diagnóstico de infarto entre 2004 y 2011, basado en el estudio multivariante. Y además, para precisar lo máximo posible si realmente existe un beneficio residual de supervivencia para los fumadores tras el IAM, se llevó a cabo un análisis estadístico complejo llamado propensity-matched, es decir, se identificaron dos grupos con características clínicas muy similares, que solo se diferenciaban en si eran fumadores o no. En concreto, elaboraron dos grupos de 877 pacientes emparejados según la presencia o no de tabaquismo.

En el primer análisis, entre los 4.420 pacientes de la cohorte, los fumadores eran más jóvenes, con menor tasa de hipertensión arterial, diabetes, dislipemia o insuficiencia renal crónica. Los fumadores sufrieron más infartos con elevación del ST, pero de mejor pronóstico que los no fumadores; y fueron sometidos a un mayor número de intervenciones coronarias percutáneas, así como una tasa mayor de tratamiento médico óptimo.

Durante el seguimiento inicial, casi el 30% de los pacientes fallecieron, pero los fumadores presentaron una tasa menor de mortalidad (12,3% frente a 31,1%).

Ahora bien, cuando se realizó el ajuste exhaustivo propensity-matched, en la cohorte de 877 pacientes, no se encontraron diferencias en la mortalidad entre fumadores y no fumadores (16,1% vs 16,5%).

“Nuestro estudio demuestra que la denominada paradoja del tabaquismo no existe, ya que cuando se utiliza un análisis estadístico que uniformiza el riesgo de los pacientes en base a otros factores, no observamos que existan diferencias”, comenta el Dr. Juanatey, y añade: “Esta constatación es muy importante, porque existía una falsa relajación, en tanto en cuanto el fumador tenía infartos menos graves o con pronóstico no tan malo”.

En esta línea, la Dra. Regina Dalmau, miembro de la SEC, cardiólogo del Hospital Universitario La Paz de Madrid y presidenta del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo, enfatiza que “la paradoja del tabaco es irreal, lo que ocurre es que las personas fumadoras ven acelerado su deterioro arterial y con ello el proceso de aterosclerosis, de forma que pueden sufrir su primer infarto hasta diez años antes que  los no fumadores, es decir, a una edad temprana en la que no han tenido tiempo de desarrollar otros factores de riesgo cardiovascular más relacionados con el envejecimiento, como hipertensión o diabetes”.

De hecho, la doctora recuerda que está claramente establecido que el tabaco multiplica entre dos o tres veces el riesgo de padecer un infarto, y que el paciente fumador que después del infarto sigue fumando, presenta el doble de riesgo de sufrir un segundo evento que el que deja de fumar. “El tabaco es una sustancia que de forma aguda puede producir trombos, y por eso tiene un impacto sobre el riesgo de infarto, que en numerosas ocasiones se produce por una lesión trombótica o una placa de ateroma que se fractura y genera el trombo”, apostilla la Dra. Dalmau.

Asimismo, el hecho de que el tabaquismo pasivo, estar expuesto a un ambiente cargado de humo, aumenta el riesgo de infarto y de ictus alrededor de un 20-30%, es otro dato que desmonta la hipótesis de cualquier supuesto efecto protector del tabaco. “Y debemos seguir luchando para derribar falsas creencias, como la idea de que fumar pocos cigarros al día no tiene un efecto tan nocivo, ya que el riesgo es más cercano al del fumador de una cajetilla diaria que al de aquel que no fuma”.

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