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Biocruces desarrolla un biomarcador para diagnosticar el parkinson precoz

Los investigadores del IIS Biocruces Bizkaia Iñigo Gabilondo, del Servicio de Neurología del Hospital Universitario de Cruces y Jesús Cortés de Ikerbasque, pertenecientes respectivamente a los Grupos de Enfermedades neurodegenerativas y de Neuroimagen computacional, lideran un artículo científico que se ha publicado recientemente en la revista Parkinson’s Disease titulado “Heart-brain synchronization breakdown in Parkinson’s disease”.
En él demuestran la existencia de alteraciones en la sincronización entre el corazón y el cerebro de la Enfermedad de Parkinson (EP) y proponen un biomarcador de neuroimagen que permite cuantificar este fenómeno e identificar pacientes con trastornos autonómicos severos.
La variabilidad de la frecuencia cardíaca es un marcador de la actividad autonómica o del sistema nervioso autónomo de las personas, siendo un indicador del control del corazón por parte del cerebro cuya alteración se ha asociado a un peor pronóstico en diferentes enfermedades.
Las alteraciones de control de la frecuencia cardíaca se han relacionado con la progresión del parkinson y con una supervivencia más corta. Por ello, se consideran marcadores pronósticos y están presentes en las fases más precoces de la EP. La identificación de un biomarcador de imagen cerebral asociado a las alteraciones de la variabilidad cardiaca en parkinson tiene una importancia determinante, no sólo porque puede ayudar a esclarecer los mecanismos implicados en la enfermedad sino, principalmente, porque constituye una potencial herramienta para el diagnóstico y clasificación precoz en la enfermedad, y en otras enfermedades neurodegenerativas relacionadas.
Los profesionales encargados de esta investigación han creado un nuevo índice para medir el nivel de sincronización corazón-cerebro, denominado “Heart Brain Syncronization Index”. Este medidor permite diferenciar a los pacientes con manifestaciones disautonómicas severas de las que no las tienen.
Los investigadores estudiaron 31 pacientes con EP y 21 controles pareados por edad midiendo de forma simultánea la actividad cerebral mediante resonancia magnética funcional de reposo y la variabilidad de la frecuencia cardiaca en el dedo índice mediante pulsioximetría , y observaron que en comparación con controles los pacientes con EP tienen menos sincronicidad corazón-cerebro.
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