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Cinco consejos para cuidar a una persona dependiente

Por el 05/11/2021

cuidar-cuidador-dependientesEstela Muñoz Sánchez | Psicóloga general sanitaria

Cuidar es una tarea costosa de mucha responsabilidad que con frecuencia genera una importante carga física, psíquica y emocional. Para que esta tarea de cuidar no se convierta en una situación extrema de cansancio que afecte negativamente a la persona cuidadora y, por ende, a la persona cuidada, puede ser de mucha ayuda seguir cinco recomendaciones básicas y sencillas. Detrás de cada persona dependiente que necesita cuidados, se halla la figura de un cuidador que también necesita cuidarse y que lo cuiden.

 

1. Buscar información

Es necesario informarse sobre los recursos que puedan cubrir las necesidades de la persona dependiente: asociaciones, ayudas económicas o desde el ámbito institucional o, en el caso del País Vasco, servicios de asesoramiento como IMQ Ayuda. Es de mucha ayuda buscar información sobre la enfermedad que padece la persona a la que se cuida; eso ayudará a afrontar mejor el cuidado y a conocer las posibilidades de reinserción a la vida cotidiana. Si la persona requiere de la realización de transferencias (por ejemplo, pasar de la cama a una silla de ruedas) y cambios posturales, solicita asesoramiento sobre pautas en higiene postural para evitar daños físicos en ambos.

2. Organización del tiempo

Cuando las tareas a realizar son muchas, hay que marcarse objetivos a corto plazo para ir obteniendo pequeños logros. Programar las tareas a realizar por orden de importancia y pensar en alternativas con antelación, permiten estar más preparado ante situaciones complejas que puedan surgir. No hay que olvidar que la opinión del familiar cuenta, por lo que siempre que sea posible, es importante que consultar los cambios con él.

3. Aprender a pedir ayuda

Reconocer que en ocasiones se necesita ayuda no es un signo de debilidad; al contrario, hará más eficaz en el cuidado. El cuidado de una persona es una situación difícil; por lo que es normal expresar y experimentar sentimientos desagradables. Pedir lo que se necesita, dejarse ayudar por otros familiares y profesionales y valorar la ayuda recibida entendiendo que una forma de realizar las tareas no es la única válida. Siendo flexible con los demás, se consigue más fácilmente que colaboren en lo que se les pide. Es cierto que no se puede obligar a nadie a asumir la responsabilidad del cuidado de otro; en ese caso, hay que aceptar la libertad del otro y apoyarse en otras personas, recursos sociales y asociaciones.

4. Poner límites

Es necesario establecer límites con la persona que se cuida ante sus demandas excesivas o inapropiadas y decir “no” ante peticiones no urgentes. También es importante fomentar la independencia de la persona dependiente dejándole hacer lo que sabe hacer, integrándola en las tareas. La mayor ayuda para ambos es fomentar su autonomía. Además, es bueno conocer los propios límites y poner freno a la propia autoexigencia. Hay que concentrarse en lo que se puede hacer, y no solo en los fallos.. No existe el cuidador perfecto.

5. Hábitos de vida saludable

Hay que prestar atención al descanso y a la calidad de la alimentación. A veces, el cansancio por el exceso de tareas lleva al aislamiento. Hacer una lista de las “válvulas de escape” y dedicar algo de tiempo a hacer actividades que gusten (pasear, leer, practicar aficiones, ir al cine, hacer deporte, tomar un café con amigos…) es lo recomendable. Hay que dedicarse ese tiempo sin prisas, sin sentimiento de culpa por descansar.

 

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