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¿En qué consiste el duelo por el fallecimiento de un ser querido?

Por el 31/10/2017
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Como cada año, llega la festividad de Todos los Santos y todos nos acordamos de los seres queridos que ya no están con nosotros. La vida está llena de pérdidas y separaciones y la de una persona cercana es siempre difícil de encajar. El duelo es el tránsito que sigue a esa pérdida y en la mayoría de los casos  un proceso normal al asumirse con naturalidad la inevitabilidad de la muerte.

Según explica Juan Uribe, psicoterapeuta de IMQ AMSA, en un duelo normal “se experimenta incredulidad, confusión, tristeza, enfado, remordimientos, añoranza… pero, poco a poco, se va aceptando esa nueva realidad, elaborando el dolor de la pérdida y adaptándose a una nueva vida sin el fallecido, para la cual es necesario encontrar nuevas ilusiones y motivos para seguir adelante”. “Cuando se es capaz de pensar en él o ella, o hablar del fallecido sin dolor decimos que la persona lo ha superado”, añade.

Tal y como señala el especialista de IMQ AMSA, existen, sin embargo, en psicoterapia casos en que las personas se ven obligadas a afrontar lo que llamamos un duelo patológico (o complicado o prolongado). Son situaciones en las que la persona no acepta la pérdida o es incapaz de superarla y se cronifica su sufrimiento. Pueden aparecer depresión, angustia, insomnio, pesadillas, sensaciones de presencia, flashbacks, autorreproches, ambivalencia, pensamientos intrusivos, apatía, fatiga, aislamiento y desesperanza… entre otros muchos síntomas, ya que el duelo es personal y único”, subraya Juan Uribe.

Afirma a este respecto que “no hay dos personas que reaccionen igual ante una misma pérdida. A veces hay quien no sufre, no llora, no siente nada, se queda como bloqueado. Puede ser que ya haya hecho su duelo anticipado al tratarse de una muerte prevista tras una larga enfermedad; o puede tratarse de un duelo enmascarado, en el que la persona puede expresar el dolor de otra manera, por ejemplo por vía corporal haciendo una enfermedad somática. O puede que tenga el sufrimiento “congelado” y aparezca la depresión mucho tiempo después de la pérdida, lo que se conoce como duelo retrasado”.

Asimismo, el especialista de IMQ detalla que “hay distintos factores de riesgo que propician duelos complicados: si el fallecido es un niño o ha muerto por suicidio o muerte violenta o inesperada, o no aparece el cadáver, son situaciones especialmente difíciles de superar”. “También si la persona doliente tiene antecedentes de depresión, historial de otras pérdidas significativas, una relación ambivalente o excesiva dependencia del difunto y una limitada red de apoyo socio-familiar, tiene mayores dificultades para adaptarse a la nueva situación”.

¿Cuándo acudir a consulta?

En estos casos de duelos complicados se recomienda acudir a terapia para que el terapeuta ayude a la persona a aceptar esa pérdida, expresar el dolor que sufre y poco a poco, sin prisas, ir vislumbrando una vida sin el ser querido para que se encuentre un lugar en el recuerdo donde conservar todas esas vivencias positivas pero a la vez volver a conectar con la vida y las ganas de seguir viviendo. “Se trata de no quedar muerto en vida” sino seguir adelante porque cuando se va un ser querido también se lleva con él partes nuestras que nos dejan vacíos y tenemos que poder ir rellenando con aspectos nuevos que nos revitalicen”, señala el experto de IMQ AMSA.

“También es muy útil la terapia de grupo en la que personas que están pasando por lo mismo tejen potentes redes de apoyo en las que la empatía juega un papel fundamental. Es importante recordar a las familiares que deben respetar los tiempos del doliente. Hay quien necesita aferrarse al recuerdo del ser querido, que siente que le traiciona si le olvida y rehace su vida… y no tenemos que forzarles a que pasen página ni se animen, sino acompañar y darles el tiempo que necesiten sin presionar”, señala.

Por último, el especialista de IMQ recuerda que también “un intenso y paralizador sufrimiento por una pérdida no tiene por qué referirse solo a un fallecimiento sino que puede abarcar muchas otras cosas: una pareja en una ruptura, el trabajo en la jubilación, el país en la migración… Son pérdidas que nos duelen pero también nos ponen a prueba y, si transitamos bien por el duelo, podemos salir incluso fortalecidos y encontrar un nuevo sentido a la vida”.

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