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Efectos de la pandemia en niños: insomnio, miedo a la calle y más sobrepeso

Por el 15/03/2021
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La dificultad para dormir, el miedo a salir a la calle, disminución del ejercicio y aumento del sobrepeso y obesidad son algunos de los efectos que la pandemia y el confinamiento han tenido sobre los niños y que los pediatras de Atención Primaria (AP) han visto en sus consultas durante los últimos meses. La Asociación Española de Pediatría y Atención Primaria (AEPap) ha abordado las opciones para recuperar hábitos saludables y afrontar los diferentes trastornos de la infancia vinculados a la crisis sanitaria en su Curso de Actualización en Pediatría.

En la cita, los pediatras de AP han abordado las consecuencias físicas y psicológicas de los cambios de hábitos que ha vivido la población infantil. “La pandemia ha influido de forma muy notable en los hábitos saludables de los niños, y ha afectado a todas las edades y grupos sociales”, explica el Dr. Luis Carlos Blesa, pediatra del Centro de Salud de Valencia Serrería II.

En cuanto a las consecuencias de este cambio de hábitos, el especialista señala que “ha aumentado la obesidad y el sobrepeso en niños, y de forma notable. Quizá todavía no tengamos cuantificado con exactitud la intensidad o el porcentaje de aumento, pero las evidencias nos orientan en este camino”, explica, pues “al realizar los controles de salud tras estos meses constatamos aumentos ponderales superiores a los esperados”. Del mismo modo, señala que ha aumentado el sedentarismo y disminuido la actividad física, “tanto en el ámbito lúdico como en el del deporte”.

Por su parte, la Dra. Concepción Bonet, pediatra del Centro de Salud Segre, ha explicado que los pediatras de Atención Primaria han detectado un aumento de “ansiedad de los niños: dificultad para dormir, miedo a salir a la calle… también trastornos de sueño y trastornos de ansiedad por separación con familiares graves o ingresados”.

Pronto para cuantificar, buen momento para actuar

Como en el caso de las secuelas físicas, la Dra. Bonet indica que, quizá, es pronto para cuantificar el daño psicológico, pues sólo existen datos parciales. “Según encuestas de asociaciones de psiquiatras y psicólogos, el 85% de los padres refirieron haber tenido un buen confinamiento con algún malestar en los niños leve. Sin embargo, en la Universidad Miguel Hernández (Elche) publican que el 67% de los padres han referido malestares en sus hijos de tipo psicológico. No sabemos si se trata de patología o de un proceso adaptativo”, indica.

Por otra parte, destaca que “en Madrid, el Hospital Niño Jesús ha registrado un 20% más de consultas urgentes de Psiquiatría en el período post confinamiento y el Hospital San Juan de Dios, en Barcelona, un 40% más de ingresos en 2020 con respecto al 2019 en Psiquiatría. Estas urgencias hospitalarias han atendido a más adolescentes de 12 a 16 años, sobre todo con trastornos de conducta alimentaria. Pero aún no podemos interpretar estos datos, pues otros centros, como el Hospital de Santa Cristina de Madrid, que también ha recibido consultas psiquiátricas, ha notado una disminución de consultas en adolescentes”.

A estos datos se han unido los que indica la encuesta del CIS sobre los efectos psicológicos de la pandemia. El 52,2% de los padres que han convivido con sus hijos menores ha percibido cambios en la forma de ser de estos. El 72,7% de los que han notado alguna alteración asegura que han mostrado “cambios de humor” y un 30,4% “cambios en el sueño”. La Dra. Bonet apunta que tanto estos efectos psíquicos como las secuelas físicas, se han observado en todas las edades, pero de forma más acusada en niños y niñas de 7 a 12 años.

Así, ambos profesionales coinciden en el camino a tomar: fortalecer la prevención, especialmente relevante desde la consulta de AP. Para la Dra. Bonet, “aún tenemos pocos datos, pero sí lecciones aprendidas: hay que ser más sensibles con la infancia y tomarse la COVID-19 como una oportunidad para imaginar un tipo de sociedad mejor para todos, pero especialmente para la infancia, aunque nos parezca lejana y utópica. En esta búsqueda, “lo más importante es prevenir. Hay un cuello de botella importante en las mejoras de la atención porque no está llevado por técnicos, sino por políticos”, señala la Dra. Bonet, para quien la atención sanitaria a los niños y niñas no debería estar exclusivamente centrada en la enfermedad.

El Dr. Blesa señala que “el papel del pediatra de Atención Primaria y de la enfermería pediátrica es y debe ser siempre relevante en todos los aspectos relacionados con la salud infantojuvenil. Y no olvidemos que nuestro rol preventivo es igual de importante que el terapéutico”.

La Dra. Bonet concluye con dos reflexiones. “A los pediatras, les diría que nuestra formación, centrada en la enfermedad, está obsoleta. Hay que levantar la mirada y centrarnos en los determinantes socioeconómicos, ecológicos y emocionales que se sabe, desde hace años, son los que nos hacen resilientes o vulnerables. Tenemos que saber más de patología crónica en niños y empezar a escucharlos a ellos y a sus padres para saber cómo quieren ser atendidos”.

Al mismo tiempo, “a los padres les diría que reflexionaran qué es para ellos ser niño y lo poco que dura esta etapa crucial. Reflexionaría sobre sus necesidades y derechos (disponer de un tiempo adecuado con sus padres de calidad, menos tiempo conectados a redes virtuales, aire puro, contacto con la naturaleza, juego libre, ejercicio regulado, alimentación sana, sueño reparador suficiente, etc.). Hay que repensar el sistema educativo. Hay que tener espacios para estar en familia disfrutando y aprendiendo valores”.

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