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Ocho de cada diez pacientes sometidos a programas de rehabilitación cardíaca logra controlar factores de riesgo como la hipertensión

Por el 21/05/2015
chandal

El 80% de los pacientes que han sufrido una dolencia cardiaca que se someten a programas de Rehabilitación Cardiaca logran controlar los factores de riesgo cardiovasculares (FRCV) como la hipertensión, sobrepeso y colesterol. Además, los participantes adquieren hábitos de ejercicio físico regular, mejoran la capacidad funcional, y sobre todo,  mejoran el estado de ánimo. Todo esto facilita la reincorporación socio-familiar y laboral de los pacientes, mejorando su calidad de vida.

La doctora Adela Mª Gómez González, médico especialista en Medicina Física y Rehabilitación y coordinadora del Grupo de Trabajo de Recomendaciones de la Sociedad de Rehabilitación cardiorespiratoria (SORECAR) recuerda que tras sufrir un infarto de miocardio, comienza un período de incertidumbre en el que la persona desconoce cómo afrontar su nueva situación. Por ejemplo, el paciente no sabe qué niveles de ejercicio puede realizar o qué alimentación seguir.

La Rehabilitación Cardiaca consiste en un programa terapéutico, multidisciplinar, donde intervienen diferentes profesionales sanitarios como cardiólogos, médicos rehabilitadores, fisioterapeutas, enfermeras, nutricionistas, psicólogos, médicos de familia, endocrinólogos, urólogos, e internistas. Todos ellos, de forma coordinada,  abordan todos los aspectos para que tras la cardiopatía que presentan la persona se incorpore a su vida socio-familiar y laboral de la manera más óptima.

Los programas se enmarcan dentro de la prevención secundaria, indicado en cardiopatías isquémicas, insuficiencias cardiacas o tras intervenciones quirúrgicas valvulares o coronarias. El objetivo es corregir todos los factores que influyen en dicha cardiopatía para evitar su progresión.

Para ello se abordan tres aspectos esenciales como el entrenamiento físico, educación sanitaria y la psicoterapia. A través del ejercicio físico, siempre adaptado e individualizado a cada persona, se consigue el fortalecimiento del músculo cardiaco que a su vez repercute en unos efectos beneficiosos.

En concreto, el ejercicio físico aumenta la circulación coronaria, mejora la oxigenación de los tejidos, disminuye la aparición de angina de pecho, de la frecuencia cardiaca y la aparición también de arritmias malignas, por tanto disminuye la probabilidad de muerte súbita. Asimismo, el ejercicio físico utiliza ayuda al control de los factores de riesgo cardiovasculares (FRCV) disminuyendo  la hipertensión arterial, la diabetes y la obesidad o sobrepeso. Mejora la ansiedad y depresión.

El ejercicio a realizar debe ser preferiblemente aeróbico como caminar entre 30 y 60 minutos al día o andar en bicicleta 30 min al día a una intensidad submáxima entre el 70-85% de la frecuencia cardiaca máxima. Para ello es necesario realizar una valoración adecuada del paciente y una ergometría o prueba de esfuerzo para conocer la respuesta del corazón ante el ejercicio y prescribir la intensidad del ejercicio a realizar.

Por otro lado, está la educación educación sanitaria con la que a través de charlas grupales o intervenciones individuales se da información y recomendaciones sobre hábitos de vida cardiosaludables que incluye una dieta adecuada (sin grasas, con poca sal y poco azúcar en el caso de los diabéticos), ejercicio físico y el control de todos los FRCV (Hipertensión arterial (HTA), diabetes, tabaquismo, obesidad y sedentarismo), junto con el cumplimiento adecuado de la medicación y el control de problemas asociados como la disfunción eréctil.

Tras un infarto de miocardio aproximadamente el 30-50% de las personas padecen depresión y/o ansiedad, siendo la depresión un factor de mal pronóstico. Esto repercute tanto a nivel socio-familiar como laboral, dificultando la reincorporación laboral. En este programa se ayuda con técnicas de autocontrol y relajación (psicoterapia).

Los beneficios de los programas de Rehabilitación Cardiaca, que tienen una duración de entre 1 y 3 meses, son numerosos, destacando la disminución de la mortalidad, hasta en un 34% de los casos, la disminución de episodios de angina de pecho hasta en un 50% y la mejoría de la capacidad funcional y global del paciente con un aumento en la reincorporación laboral.

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