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El riesgo de aislamiento social aumenta en un 52% por cada 10 decibelios de pérdida auditiva

Por el 30/01/2020
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Uno de los principales impactos de la pérdida auditiva es la dificultad para comunicarse con los demás, lo que puede derivar en, ansiedad, aislamiento social o depresión. En concreto, algunos estudios indican que cada 10 decibelios (dB) de pérdida auditiva, el riesgo de aislamiento social, especialmente en las personas mayores, aumenta en un 52%. Para concienciar sobre las consecuencias afectivas y sociales de la pérdida auditiva, MED-EL ha puesto en marcha la campaña de sensibilización Sonidos de la Naturaleza.

“Entendido el sonido desde este punto de vista biológico, la hipoacusia (disminución de la capacidad auditiva) te aísla de la vida. Además de este sentido biológico, está el sentido social del sonido, relacionado con la música o el lenguaje. La hipoacusia aísla a quien la padece de la parte más social del ser humano. El aislamiento lleva al “ensimismamiento” donde predomina el “yo” frente al “nosotros” y de ahí a la depresión hay muy poco”, explican desde la Unidad de Otología del Hospital Universitario Río Hortega de Valladolid.

Los efectos negativos de las barreras comunicativas están presentes en un alto porcentaje de las personas con hipoacusia. En los niños puede tener un impacto significativo en la vida cotidiana, en el desarrollo y en la educación. En la edad adulta afecta a la igualdad de oportunidades y genera sentimientos de soledad, impotencia y frustración pudiendo derivar en aislamiento social, ansiedad o depresión.

Más edad, mayor aislamiento

Con un tercio de las personas mayores de 65 años afectadas, la pérdida de audición es la tercera afección de salud crónica más frecuente en adultos mayores. Un colectivo que sufre en mayor medida las consecuencias psicosociales de la pérdida de audición.

“Los órganos de los sentidos conectan al individuo con el entorno y gran parte de ellos sufre una involución natural con la edad. Si al daño sensorial asociado a la edad aparece añadido un hándicap patológico, como puede ser la hipoacusia, la desconexión con el entorno se multiplica”, afirman los especialistas del Hospital Universitario Río Hortega de Valladolid. Además, la pérdida auditiva no tratada se relaciona con un mayor riesgo de declive cognitivo y demencia.

Prevenir consecuencias afectivas y sociales

Las personas con pérdida auditiva que logran identificar el problema tempranamente son las más beneficiadas. La detección temprana puede ayudar en la elección de un tratamiento apropiado. Para concienciar sobre la importancia de las revisiones periódicas, MED-EL ha puesto en marcha la campaña de sensibilización online Sonidos de la Naturaleza.

Según el equipo de Otología, “la realización de programas de cribado auditivo en población general, no solo entre las personas expuestas a ruido intenso laboral o socialmente, detectaría pacientes con pequeñas caídas en frecuencias agudas aun clínicamente asintomáticas, pero con riesgo de patología auditiva futura que, de otro modo, solo se detectarían una vez que la hipoacusia fuese manifiesta”. Con un diagnóstico y tratamiento adecuados “las ayudas auditivas suponen la reinserción del paciente sonoro al mundo del sonido y, consiguientemente, sacarlo del ostracismo al que la hipoacusia le había condenado”.

Los síntomas ante los que es recomendable acudir al especialista son alteraciones en la discriminación sonora, sobre todo en ambientes ruidosos o en conversaciones cruzadas; y presencia de acúfeno crónico, comúnmente descrito como un timbre o silbido en los oídos.

Sobre la pérdida auditiva

Más del 5% de la población mundial, 466 millones de personas, viven con discapacidad auditiva (432 millones de adultos y 34 millones de niños). Entre los tratamientos que recomienda la Organización Mundial de la Salud para mejorar la comunicación cuando existe pérdida auditiva, están los implantes auditivos. En España cinco de cada mil recién nacidos presentan algún grado de pérdida auditiva y uno de cada cinco de estos bebés tendrá una sordera profunda que le impedirá un desarrollo normal. Por eso, es fundamental buscar soluciones adaptadas lo más pronto posible ya que durante los primeros seis años de vida, el cerebro desarrolla la capacidad de comunicación verbal gracias a la información auditiva que recibe a través del oído.

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