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Es clave evitar la exposición de los menores a la violencia de género

De cara a la celebración del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer, que se celebra hoy 25 de noviembre, Verónica Rodríguez Negro, experta en violencia de género del Colegio de Psicología de Bizkaia, explica sus ideas para contribuir a la erradicación de esta lacra y alcanzar la igualdad entre mujeres y hombres.
Los niños son víctimas
Verónica Rodríguez Negro hace un llamamiento a “todas las entidades y profesionales que trabajan en el campo de los menores, ya sea en el campo educativo (directores de colegios, profesores, etc.); de la salud (pediatras, psicólogos, psiquiatras o médico de cabecera, etc); o de lo social (educadores, sociólogos, etc.), para que nos unamos, despertemos y desarrollamos ideas y propuestas creativas y eficaces contra la violencia de género“. Los chicos saben que tienen que respetar a una chica pero luego no lo hacen. Esto demuestra el método de comunicar no es el correcto. La violencia de género se sigue transmitiendo”.
En este punto, Rodríguez-Negro ha aplaudido la Ley Orgánica 8/2015, aprobada el 22 de julio de 2015, que modifica el sistema de Protección a la infancia y a la adolescencia y mejora la atención y protección de los hijos e hijas de las mujeres víctimas de Violencia de Género. “Recoge a los hijos e hijas de las víctimas y por ello hay un tratamiento específico sobre ellos”, explica la especialista.
“Los hijos e hijas de las mujeres que están sufriendo violencia física, sexual o emocional por sus parejas o exparejas son víctimas de la violencia de género, siempre. Los hijos e hijas de un maltratador crecen en el miedo, son propensos al estrés postraumático, depresión y trastornos de personalidad. Incluso si no son objeto directo del maltrato”, sentencia.
La especialista hace hincapié en que “el hecho de convivir con la violencia familiar les torna en víctimas y hay que evitar que sean testigos de esta situación”. “Sufren, generándose grandes repercusiones en todas las esferas de su desarrollo físico, cognitivo, social y emocional. Estos niños y niñas viven la tristeza, la inseguridad de una situación amenazante, temor y angustia de su madre, y ello les genera gran inseguridad y confusión. La angustia puede manifestarse sintomáticamente con eneuresis, agotamiento, ansiedad, trastornos alimentarios, terrores nocturnos, trastornos físicos, retraso del sistema motor y en el aprendizaje”.
“Los niños y niñas crecen pensando que la violencia es una pauta normal en las relaciones entre adultos. No discriminan lo que es correcto de lo injustificable y obvian las conductas de buen trato a favor de las de maltrato. En consecuencia, en ocasiones la hiperactividad y agresividad aparecen en niños y niñas que sufren la violencia en su hogar, dependiendo del tiempo que han estado expuestos a la dureza de situaciones violentas”, afirma.
Por último, Rodríguez Negro recuerda que la escuela es “uno de los agentes socializadores fundamentales (junto con la familia) que permite el establecimiento de detección, atención y seguimiento de casos de violencia de género así como el apoyo a otras instancias con la tarea de la intervención”. “La escuela y la relación dilatada en el tiempo que se establece entre docentes y alumnado conforman un espacio privilegiado para la transmisión de valores como el buen trato, la igualdad o las relaciones afectivas sanas”, concluye.
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