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Impacto COVID-19: las familias con personas con discapacidad sufren para llegar a fin de mes

Por el 12/05/2021
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La crisis económica y social que ha provocado la COVID-19 ha disparado el desempleo y la incertidumbre. En esta coyuntura, los hogares con personas con discapacidad, que ya de por sí eran más vulnerables, están entre los que afrontan un mayor riesgo de pobreza y/o exclusión social. De hecho, según el Informe Discapacidad y Familia’, que ha elaborado la Fundación Adecco en colaboración con Gedia, la respuesta es contundente: un 79,7% manifiesta algún grado de dificultad para llegar a fin de mes. En concreto, un 38,9% declara encontrar “muchas dificultades”, seguido de un 22,6% que encuentra “dificultades” y un 18,2% que atraviesa “ciertas dificultades”.

Además, casi cuatro de cada diez (39,7%) ha visto disminuir sus ingresos desde que comenzó la pandemia, mermándose con ello su poder adquisitivo. Según un estudio del Ayuntamiento de Barcelona y la Escuela Superior de Comercio Internacional (ESCI) las personas con discapacidad asumen gastos extra que pueden llegar a los 4.000 euros al mes, debido a las terapias y tratamientos necesarios para su salud, prótesis, adaptaciones en el hogar, asistentes, etc. La cobertura 100% pública es muy poco frecuente, por lo que los hogares que tienen personas con discapacidad ven amenazada su dignidad y desarrollo si no disponen de suficientes ingresos para financiar estas necesidades.

Más aislados que nunca

El riesgo de aislamiento y la sensación de soledad han sido, tradicionalmente, dos constantes en la vida de las familias que tienen personas con discapacidad. Sentimientos que se han hecho más visibles durante el último año, debido a las medidas de distanciamiento social.

Así, si los apoyos fuera de la familia nuclear ya eran escasos, hoy son prácticamente inexistentes.  Los datos de la encuesta así lo corroboran: un 62,3% de los encuestados ya evitaba recurrir a otros familiares y/o amigos para el cuidado de la persona con discapacidad antes de la pandemia, un porcentaje que hoy se dispara hasta el 80%, ante el temor a propagar el virus.

Según Myriam Ganado, responsable de Plan Familia en la Fundación Adecco: “es frecuente que los padres tiendan a ocuparse del cuidado de su hijo con discapacidad casi en exclusividad, exigiéndose demasiado y aislándose de su círculo social. El principal argumento que esgrimen es el desconocimiento de sus familiares acerca de la discapacidad, el miedo al rechazo o a importunar a los demás. Creencias que hoy se ven reforzadas ante un distanciamiento social impuesto por la pandemia. Es fundamental romper este círculo vicioso que dificulta la normalización, refuerza el estigma y dispara sentimientos de soledad en las familias”.

Retroceso en el proceso de inclusión

Además, hay una tercera variable que esta encuesta ha querido analizar: ¿qué efectos ha tenido la era COVID-19 en la plena inclusión de las personas con discapacidad? La gran mayoría de las familias (79,4%) destaca que, durante el último año, se ha producido un retroceso en el proceso de inclusión de su hijo con discapacidad, debido a las medidas de distanciamiento social (42,6%) y a la paralización de terapias y tratamientos (36,8%).

El empleo, máximo anhelo

¿Qué será de mis hijos cuando yo no esté? Esta incógnita acompaña habitualmente a muchas familias durante toda su vida, especialmente cuando la persona con discapacidad no cuenta con la autonomía suficiente para realizar sus tareas cotidianas. Un interrogante que hoy adquiere un protagonismo aún mayor, en tiempos de pandemia, en los que el futuro se dibuja más incierto que nunca.

En este escenario y, al ser preguntados por su principal preocupación de cara al futuro de su hijo con discapacidad, las familias sitúan el empleo en el primer lugar en su ránking de prioridades. Así, un 77% escoge esta opción, seguidos de un 12,5% al que le preocupa sobre todo la “salud” y un 10,5% que menciona la “felicidad” de su hijo con discapacidad como su máximo deseo.

Según Francisco Mesonero, director general de la Fundación Adecco: “las familias buscan un equilibrio entre las tres opciones, pero al tener que escoger solo una, la mayor parte de ellas se inclina por el empleo, ya que es la respuesta transversal para hacer frente a la vulnerabilidad y tiene un impacto indirecto en los otros elementos.  Así, trabajar no solo permite desarrollar un proyecto de vida independiente, sino que repercute positivamente en la salud mental y previene la soledad y la exclusión. Además, implica realización personal, impactando en la felicidad de las personas”.

Escasa confianza laboral

A pesar de que el empleo se sitúa en el centro de las preocupaciones de las familias, algo más de la mitad de los encuestados (51,1%) no confía en que su hijo con discapacidad pueda encontrar trabajo en el futuro. En concreto, un 24,6% destaca que, dada la discapacidad y el grado de afectación de su hijo, es complicado que pueda acceder a la empresa ordinaria. Por su parte, un 26,5% considera que existen aún muchas barreras en la sociedad y en las empresas y que este es el principal impedimento para que su hijo con discapacidad pueda integrarse en el mercado laboral.

En el otro lado, un 48,8% se muestra optimista respecto al desarrollo y evolución de su familiar con discapacidad y cree que algún día podrá encontrar empleo y ser autónomo.

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