La avispa asiática se retira a hibernar de cara a la reproducción de primavera

La expansión de la avispa asiática en Bizkaia y todo el norte del país supone un notable peligro para la supervivencia de otras familias de insectos como la abeja o los tábanos, que están disminuyendo en número en el territorio. La Vespa Velutina, así  es como se la conoce científicamente, se alimenta de frutos maduros y otros insectos y es particularmente agresiva con las abejas, a las que suele atacar cuando vuelven de recolectar polen, pues en ese momento le proporcionan una fuente doble de alimento para sus larvas.

Este hecho, está causando un grave perjuicio en el sector apícola, además de la paulatina desaparición de otras especies polinizadoras, con las consecuencias medioambientales que ello supone. Y es que la nueva especie exótica invasora, de mayor poderío físico que las autóctonas, es imparable y se adapta fácilmente a ambientes cada vez más hostiles (prueba de ello son los avistamientos de nidos a cada vez más altitud en zonas difíciles como la del Gorbea).

Así, desde que desembarcara en Francia de un carguero procedente de China (de donde se cree que es originaria) en el año 2004, la avispa asiática ha ido expandiéndose rápidamente hasta cruzar la frontera en 2010, y a día de hoy, tiene conquistada toda la cornisa cantábrica para desesperación de ganaderos y apicultores.

La sociedad pública de conservación forestal Basalan, en colaboración con los Bomberos de la Diputación Foral de Bizkaia y los distintos ayuntamientos, trabajan en retirar sus nidos, siguiendo el protocolo establecido por la Diputación Foral de Bizkaia para la actuación ante estos casos. Pero por cada avispa reina que sobreviva a la temporada (que comienza en primavera con la construcción del nido primario y culmina en noviembre con el nacimiento de las nuevas reinas que a su vez multiplicarán la familia), existirán nuevos nidos, avispas obreras y, finalmente, avispas reinas con capacidad reproductiva.

Pese a su desmesurado tamaño y su rápida reproducción, el peligro de esta especie no radica tanto en su agresividad hacia los seres humanos (muestran una actitud pasiva si no existe peligro para su nido), sino hacia otras especies de las que se alimenta y sobre todo, en su facultad para construir nidos en los rincones más insospechados. Y es que pueden anidar en casi cualquier sitio: desde desvanes de casas o asientos de coches en estado de semi-abandono, hasta matorrales o zarzales. Se han reportado casos de ataques contra animales por comer frutas que contenían avispas en su interior y avistamientos de nidos en parques urbanos.

Y es que para las personas, es en la localización de estos nidos donde radica el único peligro. Casi la totalidad de los ataques de estas avispas se debe a temas de territorialidad, por haber pisado o tocado uno de los nidos por error, que muchas veces se encuentran en zonas verdes de poblaciones o incluso en paredes o tejados de casas, donde otras especies no suelen anidar. Esta capacidad de adaptarse a casi cualquier ambiente aumenta el riesgo de toparse con un nido y, en consecuencia, de sufrir un ataque.

Las autoridades advierten de su rápida proliferación y piden colaboración ciudadana, para poder tener constancia del máximo de nidos posibles y actuar en consecuencia.

 

 

 

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