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La democratización de la cultura debe tender más hacia Beethoven y menos hacia los Rolling Stones

Por el 15/04/2019
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“La democratización de la cultura es un proceso fundamental y debe potenciarse, pero debe llevarse a cabo sobre la base de que todas las personas accedan a los fenómenos culturales más complejos y elevados, como podría ser Beethoven, y no solo a los más simples o elementales, como podrían ser los Rolling Stones”, explica Javier Viar Olloqui, exdirector del Museo de Bellas Artes de Bilbao y vocal de Biblioteca y de Cultura de la Sociedad Bilbaina, en el marco de la reunión divulgativa La Mesa de Goma que se celebra en la Sociedad Bilbaina y que lleva por título Cultura popular y cultura culta.

La cultura popular es el conjunto de patrones culturales y manifestaciones artísticas y literarias que son creadas o consumidas preferentemente por las clases populares, mientras que la cultura culta o alta cultura, se basaba en esos mismos elementos, pero, en este caso, elaborados por la aristocracia o la alta burguesía para su propio consumo, de manera que solo unos pocos podían acceder a ella. Ahora bien, en la segunda mitad el siglo XX, los gobiernos de diversos países -entre ellos España- iniciaron un proceso de democratización cultural, que perseguía poner la cultura de las élites al alcance de todos mediante su difusión desde las instituciones culturales, con el objetivo de que la gente pudiera entender y disfrutar todo tipo de cultura.

Para Viar Olloqui, este proceso “siendo fundamental y necesario, también ha provocado la trivialización de algunos aspectos culturales y la tendencia a optar por las formas de cultura menos complejas”. “Hoy en día se tiende a una visión en la que todas las expresiones culturales están al mismo nivel; cuando no deberías ser así. Un cómic no es equiparable a la Divina comedia“. “La posmodernidad presentó la idea del ‘todo vale’ y ese ‘todo vale’ no solo hizo referencia al empleo de cualquier estilo o forma de expresión simultáneamente, sino que también afectó a los baremos de calidad”.

“Es muy complejo establecer unas fronteras entre lo que debería considerarse cultura popular o alta cultura y, en ocasiones, las preguntas son más abundantes que las respuestas. La complejidad de la obra, la riqueza expresiva o la capacidad de expresión, podrían ser algunas de las claves. Además, es necesario reflexionar sobre esta cuestión, ya que en muchas ocasiones se comparan fenómenos que no deberían ser equiparables. No cabe duda de que toda la gran cultura ha tenido sus orígenes en elementos populares, que han sido trabajados y refinados hasta alcanzar su forma final”, explica el vocal de Biblioteca.

El problema de la cultura

En cuanto a la situación que presenta la cultura en la actualidad, Viar Olloqui afirma que “la democratización de la cultura debe tener como objetivo que todas las personas accedan a un conocimiento complejo de los fenómenos culturales; no limitarse a los conceptos básicos. La educación debe proporcionar las herramientas necesarias para entender y disfrutar de las formas más complejas de expresión, y no centrase, como suele suceder, en las más sencillas”. Además, expone que “entre la típica comedia y el cine de Tarantino, hay un trayecto que debe recorrerse para poder acceder a las grandes manifestaciones de la cultura, que existen, son fruto del trabajo de hombres y mujeres, y continúan elaborándose hoy en día”.

No se puede pensar que la mayoría de seres humanos carece de la capacidad suficiente para acceder a las formas más elevadas de la cultura (cultura culta), ya que ese pensamiento sería, de hecho, antidemocrático. Es cierto que en este apartado influyen las capacidades propias de cada individuo, pero esa no es razón suficiente para pensar que la sociedad en su conjunto no puede acceder a todas las formas de la cultura, incluidas las más complejas, y puede disfrutar de ellas. El objetivo principal no debería ser buscar los mensajes más sencillos y elementales”, afirma el vocal de Cultura de la Sociedad Bilbaina.

Por último, indica que “en la actualidad es necesario recuperar un poco la dignidad de la gran cultura y establecer una serie de diferencias claras entre ella y la cultura popular, que, siendo un gran elemento evocador, sentimental y definitorio de una época, no debería ser comparable con las grandes expresiones culturales”. 

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