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La salud mental en la era COVID
Dr. José Mariano Galletero / Médico Psiquiatra
Esta época de pandemia, una auténtica tragedia si tenemos en cuenta lo imprevisible de su génesis e irreversibilidad de los resultados, nos obliga a todos los sanitarios a cambiar algunos paradigmas de la práctica asistencial que creíamos tener establecidos de forma clara.
Tras más de tres décadas de impartir docencia a estudiantes de Medicina con mensajes tan simples como » hay que dar la mano al paciente,» mirarle a los ojos» «llamarle por su nombre», «tocarle», que el alumnado entendía como obviedades, nos vemos obligados a establecer, dada la situación actual, normas contrarias a lo que sería deseable en una buena relación médico-paciente. Es decir: guardar distancia, no tocar, realizar atención no presencial, algo que estaba considerado antes de la pandemia como señal de una mala calidad asistencial.
Esto es especialmente preocupante en el caso de la asistencia a pacientes con enfermedad mental. Así en los casos graves nos encontramos con unidades de hospitalización donde seguimos las mismas recomendaciones: distancia entre pacientes y de estos con los profesionales, evitar el contacto físico, uso de mascarillas, aislamiento de los PCR positivos. Esta situación supone un auténtico reto a la hora de humanizar los cuidados.
Pero no sólo aquellos que sufren una crisis grave sino que el paciente con problemas psicológicos o psiquiátricos de las consultas ambulatorias también se ve sometido a las mismas limitaciones. Queda claro que lo que es saludable desde el punto de vista físico no lo es para la salud mental. Así, tras años tratando de unir lo físico con lo psíquico, volvemos a disociar ambos aspectos que son indisolubles.
En salud mental es muy importante que exista un vínculo afectivo de confianza entre el profesional y el paciente y que la comunicación incluya todos los aspectos tanto los verbales y los no verbales como el paralenguaje, la quinésica o estudio del movimiento así como la utilización del espacio en la relación interpersonal.
Una situación de estrés crónico como la que padecemos, afecta a nuestro funcionamiento cerebral y pone de manifiesto nuestra vulnerabilidad y más en el caso de los trastornos psíquicos, generando consecuencias psicopatológicas para las que no existen vacunas. Prueba de ello es el incremento progresivo de las consultas de psicología y psiquiatría durante el último año.
Estos tiempos nos enseñan que todos somos candidatos a padecer una enfermedad mental y que disminuir el estigma y tener en cuenta el padecimiento psíquico resulta más necesario que nunca. Todavía sigue vigente aquella afirmación de Freud acerca de que la medicina moderna no ha producido todavía un medicamento tranquilizador tan eficaz como unas palabras bondadosas.
En este contexto, dada la importancia del vínculo afectivo en salud mental entre el profesional y el paciente… ¿Qué lugar ocupa la psicología y la psiquiatría en los planes del Departamento de Salud?, ¿Hay planes para la vacunación de los psicólogos sanitarios?, lo ignoro, pero sería tranquilizador poder saberlo.
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