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Los médicos de familia afirman que algunas vacunas deberían ser obligatorias

Por el 30/10/2017
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Algunas vacunas en determinados grupos poblacionales son imprescindibles y, por lo tanto, deberían ser obligatorias. Así se ha expuesto en un foro de controversias celebrado en el 39º Congreso Nacional de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN), subrayándose la ausencia de evidencias que pongan en duda la eficacia y seguridad de la que pasa por ser una de las medidas de salud pública más útiles y que más muertes ha evitado a lo largo de la historia.

Las vacunas es un tema que está permanentemente de actualidad, tanto por los avances que se suceden continuamente como por las polémicas ficticias que en ocasiones surgen en torno a ellas. “No deja de ser llamativo que una de las medidas de salud pública más eficaces sea periódicamente cuestionada y discutida desde los más variados argumentos”, reconoce el Dr. José Francisco Díaz Ruiz, coordinador del Grupo de Trabajo de Bioética y Humanidades de SEMERGEN.

¿Vacunación obligatoria?

En España actualmente la vacunación es de carácter voluntario, depende de las decisiones personales y no se puede obligar a ella salvo en casos muy excepcionales recogidos en  la  legislación.  “Tal  vez  haya  que  ir  pensando  en  que  esto  no  siempre  pueda  ser  así”, sentencia el Dr. Díaz Ruiz, que demanda abrir un debate amplio sobre la posible obligatoriedad de la vacunación, en qué casos sería necesaria, y obtener un consenso tanto de los profesionales como de las autoridades sanitarias y de la población, “partiendo del hecho de que es preferible siempre el convencimiento a la obligatoriedad”.

Si las coberturas vacunales son bajas, aumenta el riesgo de aparición de enfermedades infecciosas que se creían casi erradicadas o al menos controladas. Dado el peligro que eso supone para la salud de la población, “hay que pensar en la posibilidad de exigir la obligatoriedad de determinadas vacunas y en casos concretos, por el bien de todos”, señala el coordinador del Grupo de Trabajo de Bioética y Humanidades de SEMERGEN. En algunos países europeos ya se ha hecho así en el caso de la vacunación infantil, tomando medidas de obligatoriedad al comprobar el progresivo incremento de algunas infecciones.

Otro caso muy diferente es la vacunación en el adulto, especialmente en los profesionales  sanitarios.  “No  se entiende  desde  fuera  del  sistema  que  profesionales que tratan a determinados pacientes de alto riesgo no se vacunen, por su propio beneficio (al protegerse de posibles enfermedades que puedan adquirir de sus pacientes) y por el beneficio de éstos, muy vulnerables y que pueden tener graves consecuencias por un contagio de uno de los sanitarios que los atienden”, admite Díaz Ruiz, quien considera que la solución pasa por “información, convencimiento y adquirir conciencia de que es necesario que el profesional se proteja también a sí mismo”.

Riesgos para la salud pública

Para el Dr. Díaz Ruiz, son dos los riesgos más importantes para la salud pública que se derivan de la decisión personal de no vacunar a un niño frente a enfermedades altamente contagiosas. Primero, sobre la salud de ese niño, a través de una decisión que no procede de él sino de sus padres.

En segundo lugar, hay un riesgo sobre la salud de los demás. “Si las coberturas vacunales disminuyen, el efecto protector del grupo se reduce, al haber menos vacunados. Esto es un peligro para los demás niños que, aunque sí estén vacunados, pueden contagiarse y sufrir la enfermedad, aunque sea de forma más leve (salvo en casos de niños de mayor riesgo o inmunodeprimidos). No hay que olvidar que la protección de las vacunas no es segura al cien por cien siempre y en todos los casos, de ahí la importancia de esta inmunidad de grupo”, apunta el Dr. Díaz Ruiz, quien recuerda que “en España las coberturas vacunales infantiles son muy altas y este problema aún no lo vemos, pero hay que evitar que se presente en un futuro, tal y como han hecho ya en algunos países europeos”.

Actualmente, en España es muy bajo el porcentaje de padres que no quieren vacunar a sus hijos (por motivos culturales, religiosos, ideológicos,…); se sitúan en torno al 2-3%, aunque en determinados ámbitos puede ser algo mayor. En muchos casos esta conducta puede revertirse, con diálogo, convencimiento e información por parte del médico. “El problema es que estas negociaciones con los padres suponen un gran esfuerzo y precisan de mucho tiempo, un bien escaso en la gran mayoría de las consultas españolas; por ello, aquí es fundamental la labor de apoyo también de Enfermería”, declara el Dr. Díaz Ruiz.

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