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El retraso en el diagnóstico y tratamiento de la gota agrava sus consecuencias

“Hoy en día existe un considerable retraso en el correcto diagnóstico y tratamiento adecuado de los pacientes con gota, lo que conlleva años de padecimiento para los mismos, especialmente teniendo en cuenta que la gota puede tratarse y evitar dolencias mayores como el daño articular o el de otros aparatos y sistemas como el cardiovascular o el renal, según ha puesto de manifiesto Enrique Calvo, reumatólogo del Hospital Universitario HM Sanchinarro, en el marco del II encuentro del Grupo de Estudio de Artropatías Cristalinas de la Sociedad Española de Reumatología (GEACSER).
A muchos pacientes con gota se les sigue estigmatizando por tener esta enfermedad, asumiendo que todos hacen excesos en alimentación y/o bebidas, cuando no siempre es así. De hecho, explica el especialista, “hasta un 30% de los pacientes gotosos son personas jóvenes, delgadas, hacen deporte y se cuidan, padeciéndola en ocasiones varios miembros de la misma familia. Y se sabe que en el 90% de casos la gota se debe a un fallo en la eliminación renal del ácido úrico, por lo que, aunque la alimentación tenga una cierta influencia, no es el factor más importante”.
Las recomendaciones son claras. Hay que evitar el sedentarismo y realizar una dieta mediterránea equilibrada moderando los excesos, pero sin prohibiciones. “Al igual que a un hipertenso no se le prohíbe totalmente la sal o a un diabético los alimentos con azúcar, sino que pueden realizar una vida relativamente normal gracias a sus medicaciones, con los enfermos de gota sucede lo mismo: el tratamiento adecuado les permite llevar una vida normal”, según atestigua el especialista.
Respecto a la estacionalidad de esta patología, el experto asegura que existe variabilidad en los resultados de varios estudios. Si bien, aunque durante las Navidades se podría detectar un cierto aumento de las consultas de pacientes con gota debido al exceso, sobre todo, en el consumo de bebidas alcohólicas; otros estudios han determinado un mayor aumento de los ataques de gota en otras épocas como en verano o en otoño. “Probablemente la deshidratación del organismo durante el verano, sumado a los desórdenes alimenticios prolongados en esos meses estivales, influyan en esa estacionalidad de la gota haciendo que los ataques sean más frecuentes en verano y otoño”, explica.
Respecto al tratamiento, el especialista asegura que “existe un gran retraso en el inicio y mantenimiento de una terapia correcta para disolver los cristales. Numerosos pacientes están insuficientemente tratados: reciben fármacos para bajar el ácido úrico, pero a una dosis menor de la que necesitan para disolver de forma óptima los depósitos de urato”. En este sentido, señala que “existen tratamientos muy efectivos, que funcionan muy bien en las manos adecuadas y con las indicaciones pertinentes”.
“Estamos avanzando cada vez más en la formación de los reumatólogos sobre esta patología, así como en el intercambio de conocimiento con compañeros de otras especialidades como Atención Primaria, Nefrología, Cardiología o Medicina Interna, entre otras”, según indicó Enrique Calvo, uno de los coordinadores del II encuentro de GEACSER.
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