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Tengo los pies planos ¿debería operarme?

Por el 28/04/2021
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El pie plano es una deformidad del pie muy común. De hecho, una de cada cuatro personas presenta esta forma en el pie. Si es tu caso, puede que te hayas preguntado ¿debería operarme? ¿cuáles son las ventajas? ¿Y los riesgos? El especialista en Traumatología y Cirugía del pie con más de diez años de experiencia, el Dr. Andrés Delgado Ghersi, explica que esta forma “no siempre genera problemas y, en esos casos, no precisa ningún tratamiento”. Además, el especialista destaca que “si esta deformidad es de nacimiento es raro que ocasione molestias. Sin embargo, cuando surge tras una lesión o durante la madurez, pueden provocar dolor y problemas importantes a largo plazo”.

El pie plano valgo es una pérdida del arco (forma o curva) en la parte interna que le hace presentar un aspecto aplanado y mantiene la planta siempre en contacto con el suelo cuando la persona está erguida. Este pie se debe a una pérdida de la alineación normal de los huesos. Esta situación se acompaña de una deformidad donde el talón y el tobillo caen hacia la parte interna. Por eso se le llama pie plano (por el aplanamiento del arco) valgo (por la caída del talón hacia dentro).

Síntomas a tener en cuenta

Cuando esta deformidad surge en la etapa adulta, suele producir molestias como dolor e hinchazón a lo largo de la parte interna del tobillo, incluso antes de que surja la deformidad. En concreto, detrás del maléolo medial (hueso que sobresale en esa zona). Sobre el origen de esta molestia, el Dr. Delgado indica que “se debe a una sobrecarga del tendón que pasa justo por detrás del tobillo y se encarga de mantener la forma del pie. El exceso de carga hace que trabaje más y se deteriore con el tiempo”.

La zona interna, hacia el arco de la planta, también puede presentar dolor. En esta área se encuentran ligamentos importantes que, cuando el pie colapsa, ceden al peso, se rompen y producen molestias. En los pacientes que han perdido la forma del arco y presentan un aspecto deformado por la caída del talón y el tobillo hacia la parte interna, también son frecuentes los problemas en la parte externa.

A largo plazo, debido a la pérdida de alineación de la estructura del pie, las articulaciones entre los huesos trabajan de forma inadecuada, y esto puede conllevar un desgaste del cartílago que provoque artrosis entre los huesos del calcáneo, astrágalo, escafoides tarsiano y cuñas.

Entonces ¿cuándo operarse?

El Dr. Delgado afirma que “la mayoría de los pies planos suelen funcionar bien y no necesitan tratamiento. Pero, ahora bien, cuando generan molestias, se debe iniciar un tratamiento con métodos no quirúrgicos. Solo cuando las medidas conservadoras fracasan, nunca antes, se puede optar por una intervención quirúrgica”.

Si la deformidad surge en la vida adulta (más problemática) el tratamiento siempre comienza con métodos no quirúrgicos. Así, en un primer momento, se opta por medidas como la rehabilitación y las plantillas. Sobre esta última opción, el Dr. Delgado recalca que “las plantillas son un elemento clave para tratar el pie plano valgo en adultos. Este dispositivo brinda el soporte suficiente para mejorar los síntomas, pero hay que entender que no corrige las deformidades”.

Cuando esas medidas fracasan, se puede recurrir a la cirugía. “En un caso sin artrosis hay que restructurar el esqueleto. Para lograrlo, se realizan cortes en los huesos (osteotomías) que se fijan con tornillos. Además, a veces también es necesario reparar tendones, ligamentos o alargar el tendón de Aquiles y los músculos que lo constituyen”, afirma el especialista. En el caso de que haya artrosis, el tratamiento es similar, pero en vez de cortar huesos, se realizan fusiones que sacrifican articulaciones. El pie resultante será más rígido, pero funcional e indoloro.

En todas estas intervenciones se emplea cirugía mínimamente invasiva (reduce el castigo en la zona). Pero no todas las correcciones se pueden llevar a cabo a través de cirugía de cortes pequeños. Por ello, combinamos la cirugía abierta (convencional) y poco invasiva para mejorar el postoperatorio y ofrecer una recuperación más rápida. Aun así, es importante recordar que son tratamientos importantes y, por ello, requieren de recuperaciones largas”, indica el Dr. Delgado.

Los niños no suelen precisar tratamiento. Cuando aparecen síntomas y presentan un pie plano flexible, el tratamiento se inicia con plantillas y ejercicios para fortalecer y desarrollar los músculos del pie y la pierna. Cuando la deformidad es exagerada, es posible corregir la forma. “En esos casos se puede optar por cirugías muy poco agresivas en las que, a través de un tornillo, se corrige la posición. Una vez que adopta la forma adecuada, el dispositivo se retira”, afirma el especialista. Los pies rígidos cuentan con otras alternativas quirúrgicas, pero son mucho menos frecuentes.

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