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Uno de cada diez vascos sufrirá depresión a lo largo de su vida

Por el 04/10/2018

Uno de cada diez vascos sufrirá una depresión a lo largo de su vida y la mayoría de quienes padezcan esta enfermedad serán mujeres.  De esta forma, el riesgo de tener una depresión es algo mayor en el colectivo femenino (2-3 veces más que los hombres) y en las personas que han vivido un suceso estresante, o tienen enfermedades físicas o dolor crónico.

La depresión no constituye un error, una debilidad o una falta, sino que es una enfermedad como la gripe o la diabetes. Su solución no está en superarse, poner buena cara o dominarse, ni tampoco en resignarse y aceptar el sufrimiento, sino en el seguimiento de un tratamiento adecuado, específicamente indicado, administrado y supervisado por un profesional experto.

Estos datos y reflexiones han sido ofrecidos por el Dr. José Mariano Galletero, director médico de IMQ Amsa, con motivo del Día Europeo de la Depresión que se celebra el 5 de octubre. Según destaca, “la depresión se ha convertido en la gran enfermedad mental de nuestro tiempo en las civilizaciones occidentales, muy vinculada al estrés”.

En este contexto, el psiquiatra de IMQ Amsa hace hincapié en la prevención y rápida puesta en marcha de los tratamientos para la depresión para un abordaje con garantías. “La identificación rápida de los síntomas en una persona que sufre una depresión posibilitará una ayuda eficaz, acelerará el retorno al nivel de funcionamiento previo y reducirá mucho sufrimiento innecesario porque uno de los factores de buen pronóstico a la hora de responder a un tratamiento antidepresivo es el inicio precoz de éste”.

Para su detección el experto de IMQ Amsa destaca que “se debe comprender que ese estado de ánimo puede no responder a una justificación externa y que una persona puede deprimirse aunque no tenga problemas económicos ni sociales”.

“No se le debe decir, anímate, porque es como decirle a una persona que no puede andar que ande. Se les debe acompañar durante la enfermedad, evitar la soledad, el aislamiento y el encajonamiento y apoyarse en un tratamiento médico. Se debe tomar como algo serio y no como una enfermedad de desocupados, débiles o vagos”.

“Si alguien del entorno tiene un ánimo estable y de pronto se aísla, está con expresión triste, sin interés en nada, más callado, si pierde el apetito, duerme mal… son síntomas de alarma. Son cambios en los que se detecta que hay un antes y un después, y un indicio de depresión”, subraya el experto de IMQ Amsa.

En este contexto, detalla que “en la depresión no hay proporcionalidad y la tristeza es inmensa y desmesurada en relación a su causa. La tristeza llega a tener tanta intensidad que se llega a perder la posibilidad de disfrutar lo que lo que se disfrutaba con anterioridad. Pueden aparecer ideas de muerte. Si aparece esta idea es un elemento de alarma”.

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