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Los niños desarrollan la totalidad de la visión a los 8 o 9 años

Por el 15/10/2018
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La semana pasada se celebró el Día Mundial de la Visión, uno de los primordiales sentidos, que después de nacer no está del todo desarrollado. Por lo que, un correcto control durante la infancia es “más que recomendable”. Según expone la doctora Marta Galdós Iztueta, oftalmóloga de IMQ, “desde el nacimiento, lentamente se va desarrollando la visión, que alcanza un 60% a los 4 años y llega definitivamente al 100% hacia los 8 o 9 años”.

Durante los primeros doce meses, “uno de los principales motivos de consulta es el lagrimeo, debido en la mayor parte de los casos a un mal funcionamiento de la vía lagrimal. Si un bebé presenta la pupila blanca o desvía los ojos a partir de los 6 meses es motivo de revisión preferente”, explica la especialista de IMQ.

Es recomendable acudir a consulta “en torno a los tres años en niños que no presentan síntomas e incluso antes si existen antecedentes familiares —padres o hermanos—, o ante cualquier sospecha de disfunción visual detectada por sus progenitores, el colegio o el médico pediatra”. A partir de los diez años, aparece con frecuencia la miopía, “por lo que conviene consultar al oftalmólogo si aparece un déficit en la visión lejana”, declara la oftalmóloga de IMQ.

Las patologías más importantes durante el crecimiento son; el estrabismo (alteración en la alineación de los ojos) y los errores refractivos, es decir, el exceso de hipermetropía —defecto en el enfoque que generalmente se manifiesta con una visión borrosa de cerca— y el astigmatismo (visión distorsionada a cualquier distancia) en uno o ambos ojos. La miopía (visión deficiente de lejos) “suele aparecer en la adolescencia o preadolescencia. La hipermetropía  es la percepción borrosa de los objetos cercanos.

La oftalmóloga María Galdós indica, “No adoptar medidas correctoras puede derivar en el ojo vago (ambliopía), que es una agudeza visual por debajo de lo esperable para la edad y que si se queda sin tratar, se convertirá en crónica”.

Detectar a tiempo

Por tanto, “la infancia es el momento de tratar precozmente los problemas más frecuentes que pueden influir en una alteración de este proceso natural. Todos los problemas citados tienen solución si se descubren a tiempo, lo que permite optimizar las agudezas visuales. Del mismo modo, existen otras afecciones menos frecuentes como el daltonismo, las cataratas, el nistagmus —movimiento incontrolable e involuntario del ojo— las distrofias de retina o el glaucoma y otras potencialmente más graves, que se pueden detectar en una revisión oftalmológica pediátrica”, determina la doctora de IMQ Marta Galdós.

Un tratamiento eficaz va a determinar el pronóstico visual de ese niño e incluso, en ocasiones, puede desenmascarar una enfermedad sistémica, razón por la que cada vez existe una mayor concienciación sobre la utilidad de los controles en la infancia.

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