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“Los malestares de la vida no son depresiones y no solo medicamos”

Por el 01/03/2024
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Los malestares de la vida no son depresiones y los psiquiatras hacemos varios tipos de intervenciones terapéuticas como las psicoterapias, programas de rehabilitación y procesos de integración en la sociedad y en la vida comunitaria. No solo medicamos. Es un desconocimiento generalizado que se tiene de nuestra especialidad médica.

En este contexto, es importante desterrar el estigma que han vertido ciertos grupos de la sociedad hacia nuestra práctica clínica en lo que respecta a administración de fármacos porque están validados científicamente, son necesarios dentro de un proceso de rehabilitación en Psiquiatría, y en este campo no existen conjeturas ni especulaciones.

Estas afirmaciones han sido realizadas por el Dr. Edorta Elizagarate, psiquiatra y presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría Clínica (SEPC), durante la rueda de prensa de presentación del XXXII Curso Nacional de Actualización en Psiquiatría de Vitoria en la que se presentán las actualizaciones y líneas estratégicas en salud mental.

En la comparecencia pública también han estado presentes: el Dr. Guillermo Lahera, psiquiatra y profesor titular de Psiquiatría en la Universidad de Alcalá y jefe de sección en el Hospital Universitario Príncipe de Asturias; y la Dra. Arantza Madrazo psiquiatra adjunta de la Unidad de Hospitalización de Psiquiatría del Hospital Universitario Basurto (Bilbao).

Corrientes antipsiquiátricas

En primer lugar, el Dr. Elizagarate ha subrayado que la Psiquiatría “ajusta criterios diagnósticos y trastornos mentales y lo hacemos con entrevistas clínicas, observaciones detalladas, pruebas psicométricas y conocimiento y experiencia profesional. A partir de ahí, con el diagnóstico más preciso posible, se recurre a las posibilidades terapéuticas que se han mostrado más eficaces científicamente para cada uno de los diagnósticos”.

“Hoy en día existe una corriente que destaca que los psiquiatras priorizamos el tratamiento farmacológico. La medicación, que es una parte importante de nuestra atención y no la única, lejos de ser una rémora o un menoscabo en la atención de nuestros pacientes, ha contribuido, por ejemplo, de forma importante al descenso en todos los grupos de población de las tasas de suicidios relacionados con la depresión”.

Innovaciones terapéuticas

En esta línea, el especialista ha alabado el avance de la Psicofarmacología -una rama de la farmacología, que estudia la acción de los fármacos sobre las funciones cerebrales, y por ende sobre las cogniciones, percepciones, pensamientos y conductas motoras- porque  es “una herramienta básica de la medicina general, de las neurociencias como Psiquiatría y Neurología e incluso de la Psicología Clínica”.

“En este Curso de Psiquiatría conoceremos de primera mano diferentes opciones terapéuticas nuevas como las glutamatérgicas. El glutamato es el principal neurotransmisor excitador del sistema nervioso central y se están empleando medicamentos que trabajan esta área del cerebro para el tratamiento de la depresión y también para la esquizofrenia”, ha indicado.

Respuesta a las nuevas demandas

Por su parte, el Dr. Guillermo Lahera ha destacado que el lema del curso es El nuevo traje de la psiquiatría: nuevas respuestas a nuevas demandas y que “da pie a varias reflexiones”. “El boom de la salud mental tras la pandemia COVID-19 ha tenido importantes beneficios como la legitimización del sufrimiento psíquico, facilitando que muchos pacientes puedan pedir ayuda profesional; la reducción del estigma tradicionalmente asociado a la enfermedad mental a través de revelaciones de actores, escritores o presentadores de TV; y que la salud mental esté en la agenda política, propiciando una mayor concienciación de la importancia de la inversión en este campo”.

Sin embargo, ha destacado que “también ha dado lugar a la excesiva psiquiatrización de los malestares de la vida diaria, convirtiendo en depresión o ansiedad lo que constituye una parte insustituible de la vida humana”. “También ha dado lugar a un desacople entre una demanda desmesurada de atención sanitaria y los recursos públicos existentes, provocando el colapso de los centros de salud mental y las listas de espera; y una posible “politización” de la salud mental, con escasa transversalidad”.

“En esta situación, es necesario explicar que la especialidad de Psiquiatría trata de responder a la nueva realidad priorizando la atención a los pacientes más graves con trastornos mentales como la esquizofrenia, trastorno bipolar, depresión mayor, TOC o autismo, y defendiendo la importancia de sus fundamentos científicos en el diagnóstico y tratamiento”, ha aclarado el Dr. Lahera.

En este contexto, ha hecho hincapié el especialista en que “los tratamientos en Psiquiatría son integrales, con intervenciones farmacológicas y psicoterapéuticas. Apostamos por la innovación terapéutica y la personalización de los tratamientos;  ponemos el foco no sólo en el diagnóstico y tratamiento, sino en la prevención, como por ejemplo en los aspectos relacionados con el embarazo, parto y puerperio y su relación con el desarrollo posterior de salud mental”.

“La psiquiatría cubre un abanico de intereses muy amplio, desde la biología del eje cerebro-intestino a los efectos psicológicos del urbanismo y la arquitectura. Porque nuestro objeto de estudio es enormemente complejo y es un error tratar de verlo sólo desde un prisma. Esta mirada transversal y compleja de la Psiquiatría se aplica hoy en día a los distintos trastornos, como por ejemplo la depresión resistente al tratamiento”.

 Asegurarse de que sea una depresión resistente

En esta línea, el especialista ha puesto como ejemplo que “lo que hay que hacer es asegurarse de que realmente sea una depresión resistente al tratamiento. El diagnóstico debe ser el adecuado, nunca podemos tratar a ciegas”. “Hay que descartar, por ejemplo, que haya una anemia, un hipotiroidismo o algún otro trastorno hormonal que pueda justificar la sintomatología”. “Por eso, todo paciente en tratamiento por depresión y ansiedad debe tener hecha, al menos, una analítica de sangre y una valoración médica que descarten estos factores. Nos debemos preguntar también: ¿está tomando el paciente algún fármaco por otra patología que pueda causar depresión? ¿El paciente consume alguna sustancia tóxica que favorezca o perpetúe el cuadro?”, ha apostillado.

 Sobre la depresión resistente

 Por último, la Dra. Arantza Madrazo ha puesto el foco en una de las patologías más prevalentes: la depresión resistente. “Más de 300 millones de personas sufren depresión en el mundo y concretamente 175 padecen un trastorno depresivo mayor, que es cuando los síntomas interfieren con la vida diaria durante un largo período de tiempo. En España la prevalencia de esta depresión es de un 4%. Aunque hay tratamientos conocidos y eficaces para tratar la depresión, al menos el 30 % de los pacientes tienen una respuesta insuficiente y no consiguen la recuperación. Es lo que se denomina depresión resistente al tratamiento. En España se registran 44.000 nuevos casos de este subtipo de depresión. La incidencia media es de 0,93 casos/100 personas”, ha detallado.

La depresión se caracteriza por una tristeza profunda y una pérdida del interés; además de una amplia gama de síntomas emocionales, cognitivos, físicos y del comportamiento como irritabilidad, el llanto, el aislamiento social, la pérdida del interés y del placer de las actividades en la vida cotidiana.

En este contexto, ha explicado que la depresión “puede afectar a cualquiera”, aunque, según ha concretado, “es más frecuente en mujeres y quienes han vivido abusos, pérdidas graves u otros eventos estresantes tienen más probabilidades de sufrirla”. “Tiene un origen multicausal como pueden ser factores biológicos, psicológicos y sociales. El estrés crónico, por ejemplo, produce cambios en nuestro cerebro que pueden conducir a una depresión. Esto quedó patente durante la pandemia donde se produjo un aumento del 25% de los casos de depresión”, ha descrito.

De esta forma, la Dra. Madrazo ha hecho énfasis en que la depresión “puede tener causas biológicas que aún no conocemos bien y este puede ser el motivo por el que los antidepresivos no funcionen en todos los pacientes. La teoría aceptada hasta ahora era que se trataba de un nivel bajo de neurotransmisores en nuestro cerebro y todos los fármacos de los que disponíamos hasta ahora basaban su mecanismo de acción en dicha teoría”.

 “En los últimos años se han realizado avances en cuanto a la causa de la depresión y se están investigando fármacos que tienen otros mecanismos de acción. “Este es el caso de la esketamina que ha sido el primer fármaco aprobado para el tratamiento de la depresión resistente, lo que supone una esperanza para esta población. Hay en marcha ensayos clínicos con otros fármacos así como investigación en biomarcadores para conocer modelos predictivos en este tipo de pacientes no respondedores”, ha desgranado la Dra. Madrazo.

Para terminar, la experta ha afirmado que “investigar en neurociencias es complicado por la propia complejidad de la enfermedad mental, pero resulta absolutamente imprescindible”. En esta línea ha denunciado que “la inversión sanitaria que se ha dedicado a la salud mental es insuficiente; sin embargo, el gasto que origina supone un 4% del PIB. Reclamamos más inversión”.

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